Dos accidentes para cerrar una fábrica
Los vecinos logran paralizar una almazara donde ya se han producido dos explosiones
La fábrica Aceites Monterreal estaba a las afueras del municipio de Villa del Río (Córdoba) cuando comenzó a funcionar hace 80 años. Pero el pueblo creció y hoy la almazara está en mitad de un barrio lleno de bares, talleres, tiendas, viviendas...
Una hilera de casas está adosada a uno de los muros de la fábrica desde hace más de tres décadas. Sus moradores están molestos con los propietarios de la almazara. Y no sólo por el intenso olor a alpechín, que se cuela por cualquier rendija y lo impregna todo. "Vivimos con miedo", dice Antonia Navarrete, de 72 años y una de las personas que residen pegadas a Aceites Monterreal. Tal es el miedo, que los vecinos han obligado a los propietarios de la fábrica a firmar un documento en el que se comprometen a cerrar parte de las instalaciones.
Es la segunda vez que ocurre un suceso así en la fábrica, que ya ha cumplido 80 años
Una enorme explosión de gas sobresaltó a medio barrio el martes. Tras el estruendo -"fue como el de una bomba, como un terremoto", recuerda una testigo- el barrio entero lanzó sus miradas a la fábrica de aceite. Y, en efecto, fue allí donde se produjo la deflagración.
La fábrica está compuesta por una almazara, una embotelladora y una extractora de orujo, que fue donde se registró el accidente. Para extraer el aceite de orujo se necesita utilizar un disolvente, en concreto el hexano. Este gas inflamable se acumuló dentro del recinto de la transformadora y se produjo el accidente. "La llamarada fue enorme", rememora el dueño de un taller situado delante de la fábrica.
La peor parte se la llevaron dos de los 40 trabajadores de la fábrica. Antonio Pinilla, de 43 años, fue ingresado en el servicio de urgencia del hospital universitario Reina Sofía de Córdoba. El miércoles fue trasladado a planta, en concreto al área de cirugía plástica. La situación del otro herido, Juan Revilla (36 años), es más grave. La importancia de las quemaduras que tiene por todo el cuerpo hizo que los médicos recomendarán su traslado al hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde continuaba ayer.
Tras la explosión, que se produjo sobre las 20,15 del martes, se desencadenó un incendio que los bomberos no lograron sofocar hasta la medianoche. Unos 50 vecinos de las casas próximas fueron desalojados, aunque sólo una señora tuvo que ser atendida por los servicios médicos tras sufrir un ataque de ansiedad.
Lo que más encrespa al barrio es que es la segunda vez que ocurre algo así en la fábrica. En julio de 2006 se produjo un accidente en la misma transformadora de orujo. Otro trabajador resultó herido, aunque de menor consideración que en esta ocasión.
El miércoles, un grupo de vecinos se concentró delante de la fábrica para exigir su cierre. Y han logrado su objetivo. "Los propietarios han firmado una carta ante notario en el ayuntamiento en la que dicen que paralizan la extracción de orujo", afirma Purificación Lara, otra residente de la zona.
Uno de los tres hermanos propietarios de la fábrica Monterreal, Antonio Rodríguez, confirmó ayer que ya no se va a realizar más la extracción de orujo allí, aunque continuará con su actividad normal la almazara y la embotelladora, algo que a los vecinos no preocupa.
Del centro al polígono
Antonio Rodríguez, uno de los tres propietarios de Aceites Monterreal, reconoce que hoy no le dejarían poner en mitad del casco urbano de Villa del Río (Córdoba) una fábrica como la suya. Los propietarios tienen ya pensada una nueva ubicación. Será en un polígono industrial a las afueras del municipio. "Queríamos irnos antes, pero nos pusieron trabas la administración y otro grupo de vecinos", afirma Rodríguez. El riesgo reside en que para lograr extraer el aceite del orujo es preciso utilizar un disolvente, en este caso hexano. Este gas inflamable se acumuló en la zona de extracción y desencadenó la explosión y el incendio.
"Ha tenido que pasar algo gordo para que la quiten", afirma Purificación Lara, una vecina. Podría haber sido peor. "Habría volado medio pueblo si llega a explotar todo el hexano", sostiene. Más de un año llevaban varias personas del barrio reclamando el cierre de la planta. Pero no han hallado solución hasta que se han puesto sobre la mesa los dos últimos heridos.
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