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O'Donnell y Recoletos, las zonas más ruidosas

El mapa acústico municipal, que sólo mide el tráfico, revela niveles nocivos en varios puntos

Jesús Sérvulo González

Madrid ya tiene un mapa que refleja las zonas más ruidosas de la ciudad. El Ayuntamiento de Madrid presentó ayer el mapa del ruido, que sólo mide la contaminación producida por el tráfico de los coches. Las zonas con más decibelios, según el estudio, son la confluencia de O?Donnell con la M-40, el paseo de Recoletos, el nudo de la carretera de Andalucía (A-4) con la M-40 y en general todas las zonas con alta densidad de tráfico como la M-30 o el paseo de la Castellana. En esas áreas rondan los 71 decibelios (Db) de media anunal durante el día. El umbral máximo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 65 decibelios .

El mapa del ruido parece un gigantesco corazón. El músculo es la ciudad; y las grandes calles, coloreadas de rojo (las zonas con más contaminación acústica por el tráfico de los coches), las arterias. Pero el estudio, presentado por el alcalde Alberto Ruiz-Gallardón no es más que un boceto preliminar sobre las áreas que padecen más ruido del tráfico de vehículos. Aporta pocos datos, no se puede determinar el barrio con más ruido. Además, excluye el ruido producido por actividades industriales, las obras, los bares... Sólo mide el rugido de los coches a su paso por una ciudad con dos millones de automóviles, a los que se suma otro millón procedente de la fuera.

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El documento, de casi 1.200 páginas, recoge las mediciones de las 30 estaciones fijas repartidas por la ciudad. Además, se recopilan datos de 1.834 puntos obtenidos por los cinco vehículos de detección del ruido, que circulan por toda la ciudad.

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Las zonas con más contaminación son las grandes calles y vías de la capital (por donde más coches circulan): los dos anillos de circunvalación (M-30 y M-40), el paseo de Recoletos, la glorieta de Carlos V, y las conexiones con las carreteras nacionales.

En las mediciones puntuales, en Santa Engracia (Chamberí), obtuvo la media anual de ruido más alta: 88,1 decibelios. Para olvidarse del sonido que hacen los motores de los vehículos hay que ir a la Casa de Campo. Ésta es la zona más silenciosa de la ciudad.

La franja horaria cuando el runrún de los coches es más ensordecedor está entre las nueve y las diez de la mañana. El umbral máximo permitido para la salud, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) asciende a 65 decibelios (db) durante el día y 55 db durante la noche.

Este boceto sonoro debe ser completado con un estudio más ambicioso donde se refleje la población afectada. "Hay zonas con mucho ruido, donde vive muy poca gente. Y zonas algo menos contaminadas donde la densidad de población es mayor y hay que tener más cautela", explica Tuero. "Hay que conocer la población real afectada", insiste.

Cuando se elabore este estudio adicional -antes de finales de año, según el responsable municipal- se podrá elaborar otro plan. Éste recogerá las medidas correctoras para cada zona. Para rebajar las molestias del ruido en las calles más contaminadas, el Ayuntamiento baraja poner pantallas acústicas, reducir la velocidad del tráfico en determinadas zonas, cambiar la situación de algunos semáforos (parar y arrancar en uno en cuesta es muy ruidoso), y cambiar el asfalto por otro poroso y menos ruidoso. Además, Tuero explica que se podrán modificar algunas rotondas porque éstas también hacen rugir a los coches.

Hace 75 días el Ayuntamiento tenía que haber presentado este mapa del ruido de la ciudad. Pero demoró hasta ayer. La Ley del Ruido de 2003,, que recogía la normativa de la UE, obligaba a las ciudades de más de 250.000 habitantes a elaborar un censo de las zonas con más contaminación acústica antes del 30 de junio. El director general de Calidad, Control y Evaluación Ambiental de Madrid, Manuel Tuero, justificó ayer este retraso porque "si hubiéramos aprobado el mapa en junio, la gente se hubiera ido de vacaciones y no hubieran podido participar en el periodo de alegaciones".

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Sobre la firma

Jesús Sérvulo González
Redactor jefe de Economía y Negocios en EL PAÍS. Estudió Económicas y trabajó cinco años como auditor. Ha cubierto la crisis financiera, contado las consecuencias del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, el rescate a España y las reformas de las políticas públicas de la última década. Ha cursado el programa de desarrollo directivo (PDD) del IESE.

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