Francia busca una mayor integración en la Alianza Atlántica
El encargado de definir la política de defensa francesa visita al secretario general aliado
Nicolas Sarkozy se plantea dar a Francia "el lugar que le corresponde" en la OTAN como parte de una ansiada normalización de relaciones con EE UU del presidente francés. A cambio de retorno pleno, Sarkozy desearía ver desaparecer los recelos de la Alianza ante la política europea de seguridad y defensa (PESD), considerada por Washington y algunos de los aliados más atlantistas como rival de la OTAN.
Jean-Claude Mallet, el hombre encargado por Sarkozy de elaborar la futura política francesa de Defensa, ha visitado esta semana al secretario general aliado, Jaap de Hoop Scheffer, para plantearle los términos de la apertura y normalización que concibe París y subrayar que la revisión de la política de Defensa gala se hará sin tabúes.
"Hay expectación ante los planes franceses, que se pueden calificar de ambiciosos", señala una fuente diplomática aliada. "Francia busca una apertura hacia la Alianza y una normalización de relaciones que pueda combinarse con un refuerzo de la PESD".
Mallet, el hombre que debe ver si hay retorno posible al seno aliado y cómo podría realizarse, es a sus 52 años una eminencia francesa en el área de seguridad. Tras servir a ministros de izquierda y conservadores ha sido ahora colocado al frente de una comisión de 35 notables (políticos, militares, diplomáticos, profesores, empresarios, politólogos e intelectuales) que debe elaborar de aquí a marzo de 2008 el Libro Blanco de la Defensa francesa.
En su visita de esta semana a Bruselas, Mallet ha presentado a Scheffer los objetivos y las distintas materias que va a tratar su comisión, "incluida la relación con la OTAN", según fuentes francesas. París mantiene de jure una posición de cierta autonomía con respecto a la Alianza que eclipsa su plena participación a la hora de la verdad en las operaciones. Ahora mismo, en Afganistán, junto a los soldados de Kabul, Mirage franceses refuerzan en Kandahar la campaña en el sur y comandos franceses han participado hasta recientemente en actividades de la operación Libertad Duradera dirigida por Washington; un general francés está al frente de los militares aliados en Kosovo.
Distintas fuentes señalan que Francia busca una relación más saneada con la OTAN, que deje de lado la íntima desconfianza que la organización siente ante un miembro que hasta ahora ha jugado la carta del distanciamiento político y que ha hecho grandes esfuerzos por poner en pie la PESD como alternativa continental. "La Europa de la defensa no va a avanzar si no cambiamos nuestro comportamiento político en la OTAN", manifestó hace unos días el ministro francés de Defensa, Hervé Morin. "Con demasiada frecuencia somos los que molestamos y dudamos, como si quisiéramos dar la impresión de que queremos evitar que la OTAN se transforme". Ésa es la sensación que busca disipar ahora Sarkozy con el previsto retorno de Francia al "lugar que le corresponde".
Paso simbólico
El Libro Blanco que debe elaborar la comisión de Mallet evaluará ventajas e inconvenientes de la plena integración, que en lo formal sólo añadiría la participación de Francia en el Grupo de Planes Nucleares, algo meramente simbólico dado que la disuasión atómica prácticamente no se discute entre los aliados, y en el Comité de Planes de Defensa, al que pertenecen los Jefes de Estados Mayor de los distintos aliados y que define la política militar.
La integración conllevaría también una mayor presencia de mandos militares franceses en la estructura aliada. Frente al aspecto positivo de influir en la transformación de la OTAN, Morin apuntó como inconvenientes el que Francia se acostumbre a poner su defensa demasiado en manos de la Alianza y que pierda soberanía.
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