"El programa atómico no merece la pena"
"Discrepo del señor Ahmadineyad en que la energía nuclear hará avanzar al país 50 años", lanza Ahmad Shirzad (www.shirzad.ir). Convencido de que el esfuerzo económico que requiere lograr esa tecnología no compensa los posibles beneficios, este ex diputado reformista llegó a retar al presidente iraní a un debate televisivo la primavera pasada. Y no parece un farol. Además de ser una de las escasas voces críticas con el programa nuclear que se oyen en Irán, Shirzad es un reputado científico especializado en física de partículas.
"Mi opinión no es la de los países occidentales, sino que mira por los intereses de Irán", aclara enseguida para evitar malos entendidos. "Considero que conseguir un programa nuclear propio no merece la pena si significa que hay que aparcar todos los demás proyectos del país durante los próximos 10 años", declara en su pequeño despacho del Instituto de Matemáticas y Física de Teherán, un centro de investigación que dirige Javad Lariyaní, hermano del máximo negociador nuclear iraní, Ali Lariyaní.
Shirzad considera que el programa es muy caro. Los entre 4.000 y 5.000 millones de dólares (2.880 y 3.600 millones de euros) que, según sus estimaciones, se llevan invertidos podrían haberse destinado a centrales eléctricas de gas o gasóleo. Dice que un proyecto de esa envergadura sólo tiene sentido si el país tiene la materia prima (el uranio) o si su desarrollo tecnológico es tan elevado que compensa comprarla fuera. En su opinión, Irán no está en esa situación ni dispone de suficiente uranio en sus minas de Saghand, cuyos depósitos se estiman entre 3.000 y 5.000 toneladas de óxido de uranio.
"Apenas da para fabricar el combustible que Bushehr necesita durante cinco años y estamos hablando de una central de 1.000 megavatios; para que un país tenga de verdad energía eléctrica de origen nuclear tiene que disponer de una capacidad de 20.000 megavatios. Es el objetivo, pero la realidad lo desmiente", explica. También apunta que su extracción resulta cara porque se encuentra a 400 metros bajo tierra.
Shirzad también cuestiona el carácter nativo de la tecnología, sobre el que tanto insiste Mahmud Ahmadineyad. "En buena medida es importada, para Bushehr, por ejemplo, de Rusia, lo que a largo plazo nos hace depender de esos países". Pero el presidente aseguró en agosto que Irán ha instalado 3.000 centrifugadoras, lo que significaría que ha traspasado el umbral para producir combustible nuclear a escala industrial. "Sólo para Bushehr harían falta 50.000 centrifugadoras, así que incluso si han instalado 3.000, aún estamos lejos".
Shirzad dice que hay muchos físicos que comparten sus críticas, pero no tienen el valor de hacerlas públicas. Sólo un pequeño partido reformista y un sindicato estudiantil se han opuesto públicamente. Shirzad cree que sus cuatro años en el Parlamento (2000-2004) le protegen de eventuales represalias: "No es tan sencillo presionarme".
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