Sants camina hacia la luz
Cercanías atisba la normalidad tras las últimas obras de envergadura en la estación para preparar la llegada del AVE
Tras varios meses sumida en la oscuridad y el caos, la estación de Sants camina por fin hacia la luz. Y de su mano, el servicio de Cercanías de Renfe empieza a dar un respiro a sus sufridos usuarios. La medianoche del sábado, la principal estación ferroviaria de Barcelona cerró sus puertas durante nueve horas para que los operarios pudieran poner a punto las nuevas vías 7 y 8 de Sants. El Ministerio de Fomento considera que éstas son las últimas obras de gran envergadura que afectan al servicio de Cercanías, por lo que los trenes deben funcionar a partir de ahora con plena normalidad.
La noche del sábado y ayer fueron, pues, las últimas jornadas de excepcionalidad en Sants. Ése es, al menos, el deseo de Renfe y Adif, y también de los usuarios, hartos de retrasos, falta de información y aglomeraciones en las vías. A las 22.50 del sábado, los trenes de Cercanías dejaron de circular. Pese a que las restricciones se habían anunciado de forma reiterada, el cierre de la circulación pilló a muchos pasajeros por sorpresa. Sobre todo, a los turistas. La compañía ferroviaria habilitó una flota de autobuses, que cubrió los recorridos habituales de los cercanías.
Las obras para poner en marcha las nuevas vías obligaron a cerrar nueve horas la estación
Renfe habilitó el sábado por la noche una flota de autocares para suplir el servicio de tren
El cierre de la estación duró más de la cuenta y provocó ayer retrasos de 10 y 15 minutos Los usuarios alaban los paneles de información y la nueva iluminación en los andenes
Los primeros minutos fueron los de mayor confusión. Hasta 400 personas llegaron a parapetarse alrededor de la oficina de atención al cliente de Sants. Allí esperaron las instrucciones de un trabajador de la compañía que, micrófono en mano, les informó de las restricciones y les explicó las rutas alternativas en autocar. Cada vez que uno de los vehículos partía de la plaza de Joan Peiró -en la parte de atrás de la estación, rodeada de vallas metálicas y de materiales de construcción- un informador se colocaba delante de un grupo de usuarios con un cartel que indicaba la destinación correspondiente.
Este sistema no evitó los sobresaltos, y más de uno subió y bajó tres veces al mismo autocar. Tampoco frenó las alocadas carreras de algunos que, maleta en mano, querían evitar a toda costa quedarse sin medio de transporte. "Estamos acostumbrados a esto. Y esta noche está saliendo todo perfecto", dijo un responsable del dispositivo especial de Renfe mientras uno de los autocares se ponía en marcha con el maletero abierto. "¡Para, para!", gritó otro de los trabajadores.
A las 0.00, la estación cerró sus puertas. Como cada noche. Con una salvedad: en las entrañas de Sants, la actividad seguía siendo frenética. Los operarios de Adif, el administrador de infraestructuras ferroviarias, aprovecharon esas horas para acabar de acondicionar las nuevas vías de estacionamiento 7 y 8. Desde ayer, los trenes de las líneas 1, 3, 4 y 7 de Cercanías utilizan esas vías para detenerse, mientras que las empleadas anteriormente -la 1 y la 2- han quedado anuladas. De esta forma se culmina la adaptación al ancho de vía europeo para permitir que el AVE llegue a Sants el próximo 21 de diciembre, según el compromiso del Ministerio de Fomento.La prueba de fuego para la estación de Sants llegó ayer. Los convoyes debían volver a circular con sus recorridos y frecuencias habituales a las 7.50. Pero ya antes de empezar, Renfe sufrió el primer traspiés: los trabajos se alargaron y los trenes que debían detenerse en las vías 7 y 8 tuvieron que esperar. La línea 3 (L'Hospitalet-Vic) y la línea 4 (Sant Vicenç-Manresa) se pusieron en marcha a las 8.10. Por su parte, la línea 1 (la del Maresme) y la 7 (entre L'Hospitalet y Martorell) fueron las últimas en incorporarse: exactamente una hora después de lo previsto.
Tales incidencias provocaron retrasos de entre 10 y 15 minutos en las líneas de Cercanías y en trenes de media y larga distancia. Las demoras se concentraron entre las 8.00 y las 9.00. Ante la creciente aglomeración de personas que pretendían acceder a las vías, Renfe decidió abrir momentáneamente las máquinas para validar los billetes. Algunos usuarios se temían lo peor: "Aún no sé a qué vía tenemos que ir. Esto es un desastre, nada funciona. Vamos a Port Aventura y parece que ésta sea la primera atracción", lamentó Toni Morote, de 29 años.
Algunos viajeros tuvieron que esperar hasta una hora en la estación. Pero no por el retraso de su tren, sino porque carecían de información. Como Miriam Pecado, de 28 años, que se presentó en Sants a las 7.15 para ir a trabajar a un hotel del Garraf. "Son más de las 8.00, aún no tengo tren y ya llego tarde", dijo.
Las frecuencias horarias se recuperaron con rapidez. De tal forma que, sobre las 10.00, el servicio ya se había normalizado, aunque con algunas excepciones poco significativas, explicó ayer un portavoz oficial de Renfe. De la mano de la estabilidad llegó también la distensión a los andenes. Los viajeros de Cercanías incluso alabaron el resultado de las obras en la estación. "Ahora la información de los paneles se entiende bien. Y la iluminación es buena", dijo Manuel mientras esperaba el tren junto a su mujer.
Descender, ayer por la tarde, a los andenes 7 y 8 dejaba a las claras que las obras son recientes. Demasiado, incluso: pintura fresca en las escaleras mecánicas, cables colgando del techo y grúas paradas al otro lado de la vía, a la vista de los usuarios. Por lo demás, los andenes son amplios, y los letreros luminosos y la megafonía se descodifican sin problemas. También el color blanco, que predomina en toda la infraestructura, aporta a la estación de Sants mayor luz y claridad de la que tenía hace sólo unas semanas.
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