Turno de la Fed
El final de la crisis de liquidez y de confianza parece quedar todavía lejos, al menos, a tenor del comportamiento de los mercados financieros, caracterizado todavía por una intensa volatilidad. Y por si hubiera pocos factores de incertidumbre, el petróleo marca máximos históricos a pesar del incremento de cuotas de la OPEP (el primero desde junio de 2005). Parece que el cártel se muestra dispuesto a aportar su grano de arena a la estabilización. La próxima semana será el turno para que la Reserva Federal dé un paso en esa dirección. Aunque ningún integrante del FOMC ha dado señales sobre sus intenciones (con la excepción de Mishkin, claramente partidario de una rebaja), existe consenso en que se recortará en 25 puntos básicos el tipo de intervención, lo que supondría la primera bajada desde junio de 2003. Algunos colegas descuentan 50 puntos básicos, pero parece una opción poco recomendable, ya que podría generar un sentimiento de pánico. Sea como sea, la Fed se está mostrando como el banco central más sensible a la actual situación o, por lo menos, el más dispuesto a actuar con estímulos.
No parece que el BCE esté preocupado por el impacto de la crisis hipotecaria sobre el crecimiento, pero el entorno es de muy reducida visibilidad
No es así en el caso de Europa. El Banco de Inglaterra ya ha manifestado que no va a intervenir a plazos superiores al día porque considera que las distorsiones en el mercado interbancario deben resolverlas los bancos (despejando cualquier duda sobre riesgo moral), mientras que el Banco de Suiza ha elevado el nivel objetivo del Libor a tres meses, ya que aunque reconoce que la inestabilidad de los mercados financieros supone un riesgo, lo considera transitorio e insuficiente para alterar la orientación de su política monetaria (en este caso, la actuación puede tratar de reducir el atractivo del franco como divisa de financiación).
El BCE ha continuado inyectando liquidez en la semana, pero en su boletín mensual no ha alterado ni su discurso ni sus proyecciones, manejando un escenario relativamente optimista. No parece que esté preocupado por el posible impacto de la crisis sobre el crecimiento, pero lo que es cierto es que el entorno es de muy reducida visibilidad y con los datos que hemos conocido recientemente no podemos determinar si está teniendo lugar el contagio al crecimiento ni cuál es su magnitud.
David Cano y José Manuel Amor son profesores de la Escuela de Finanzas Aplicadas.
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