Una carretera perdida
La foto publicada en la sección de Internacional de su diario el pasado día 10 de septiembre, en la que se puede observar la nueva carretera que el Gobierno israelí está construyendo para unir las ciudades de Ramala y Belén, habla por sí sola. Un carril será destinado al tránsito de israelíes con libre acceso a la ciudad de Jerusalén; sin embargo, el carril palestino estará plagado de controles de seguridad y no tendrá acceso a la capital israelí. Si la idea de futura convivencia en paz del Gobierno israelí entre las dos comunidades pasa por aislarlas hasta el punto de que ni compartan la misma carretera, el futuro desastre está garantizado y, teniendo en cuenta cuál es el presente de la región, que sea factible imaginar un futuro aún peor es estremecedor. La historia ya nos ha proporcionado suficientes lecciones como para saber que esta política israelí no sólo será lamentable para los palestinos, sino que será muy perjudicial para el futuro de Israel.
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