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Los demócratas rechazan el informe de Petraeus y piden la retirada inmediata de Irak

Los republicanos reciben los argumentos del jefe militar como un respaldo para las elecciones

Antonio Caño

En la simbólica fecha del 11-S, el Congreso estadounidense fue el reflejo ayer del profundo abismo que la guerra de Irak ha abierto en este país cuando los principales líderes del Partido Demócrata rechazaron los argumentos del general David Petraeus para mantener la presencia militar, e insistieron en un repliegue total e inmediato. Adónde conduce políticamente esta división, nadie sabe aún. Petraeus, jefe de la fuerza en Irak, y Ryan Crocker, embajador de EE UU en Bagdad, repitieron ayer ante las comisiones del Senado lo mismo que habían dicho un día antes en la Cámara de Representantes.

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Ante las más rutilantes figuras de la clase política estadounidense, como Richard Lugar, Hillary Clinton, Joseph Biden, Barack Obama, John McCain, Christopher Dodd o John Kerry, el militar y el diplomático insistieron en que la situación de seguridad mejora en Irak hasta el punto de permitir una modesta reducción de tropas (30.000 soldados) antes de agosto -como anunciará el presidente, George Bush, en un discurso televisado a la nación mañana por la noche-, y que se dan algunos pasos políticos que permiten vislumbrar, aunque no garantizar, un Irak democrático.

Para los demócratas, que están ya en plena campaña electoral con un programa decididamente contrario a la guerra, el diagnóstico de Petraeus y su calendario de retirada representan un grave contratiempo. Resulta difícil contradecir a un laureado y famoso general que, en sus dos días de comparecencia en el Capitolio, ha demostrado cordura y conocimiento. Pero más difícil es para quienes fueron elegidos hace casi un año con el mandato de acabar con la guerra, extenderle a Petraeus un cheque en blanco para continuarla indefinidamente.

De hecho, los demócratas que se pronunciaron ayer no quisieron polemizar con Petraeus sobre sus logros en el ámbito militar. Obama y otros elogiaron su trabajo. El argumento del partido de la oposición es que esos avances no han servido para lograr los progresos políticos prometidos por la Administración y que son, en el fondo, la razón de ser de la presencia militar. En otras palabras, el argumento demócrata ha pasado de denunciar el caos a denunciar el fracaso de la reconciliación en Irak.

"Algo en lo que prácticamente todo el mundo está de acuerdo ahora es en que no hay una solución puramente militar en Irak. Una estabilidad duradera requiere de un acuerdo entre suníes, chiíes y kurdos", manifestó el senador Biden. "Tenemos que empezar por retirar nuestras tropas de Irak, digan lo que digan Petraeus o quien sea. Si observamos lo que está pasando en Irak, nos damos cuenta de que no existe una solución militar", dijo Clinton. "¿Quieren decir que seguiremos allí indefinidamente, sin contemplar ni un solo escenario político que obligara a nuestra salida? Sólo puedo apoyar una política que parta de una inmediata retirada de nuestras tropas de la guerra civil de Irak", advirtió Obama.

Para los demócratas, sin reconciliación nacional en Irak con un Gobierno central fuerte, no tiene sentido la presencia militar allí, y no hay nada que indique que esa reconciliación sea más factible dentro de un año que ahora mismo. La prueba del fracaso en ese sentido es el reciente viaje del presidente George Bush, no a Bagdad, la eventual capital de un Estado unitario, sino a una base militar de Al Anbar, una provincia casi exclusivamente suní.

Algunos republicanos moderados, como Lugar, después de elogiar a Petraeus, pidieron que los aparentes éxitos en el terreno de la seguridad en los últimos meses no sean una excusa para mantener sin cambios -especialmente, sin presión sobre las autoridades iraquíes- la política actual. Pero la mayoría de los republicanos, principalmente los candidatos presidenciales, han recibido el informe de Petraeus como un balón de oxígeno y se han colocado al rebufo del general con la esperanza de recuperar credibilidad.

El portavoz de Mitt Romney se ha precipitado a recordar que el candidato "siempre ha apoyado con claridad la estrategia del refuerzo (surge) y cree que está funcionando". En el último debate presidencial, el pasado fin de semana, Romney dijo, sin embargo, que el surge "aparentemente está funcionando", y fue reprendido públicamente por John McCain por su timidez.

McCain, el que con más énfasis defendía la continuación de la misión, es también quien más claramente se ve favorecido por el optimista diagnóstico de Petraeus. Puede sostener con orgullo que su posición siempre ha sido la misma: criticar la forma en que se condujo la guerra, pero oponerse sin reservas a la intención de una retirada precipitada. Obviamente, esto será a partir de ahora el debate central de la campaña electoral. Un debate que adquiere nueva energía y al que se sumará mañana mismo Bush con su mensaje a la nación.

El general Petraeus, durante el minuto de silencio que se guardó ayer en el Senado por las víctimas de los atentados del 11-S.
El general Petraeus, durante el minuto de silencio que se guardó ayer en el Senado por las víctimas de los atentados del 11-S.REUTERS

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