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Reportaje:

Detectives de palmeras

La Junta coloca trampas y ojeadores para eliminar al escarabajo que ha matado más de 2.100 palmeras de la Costa del Sol

Juana Viúdez

Nadie que tenga una palmera en el jardín de su casa está a salvo del picudo rojo. Este escarabajo, que vino en partidas procedentes de Egipto, ha acabado este año con 2.100 palmeras en Málaga, la mayoría en Marbella y Estepona, y amenaza con avanzar hacia Granada y Almería, donde se han detectado casos, aunque no de tanta envergadura. Por el momento, la Junta de Andalucía ha puesto a detectives de palmeras para detectar las que están infectadas y destruirlas, y ensayan un proyecto piloto de trampeo para atraer a estos insectos con feromonas y exterminarlos.

Un día cualquiera, un desconocido puede llamar a su puerta y decirle que su palmera ha muerto. Una vez logrado el efecto sorpresa, el detective se identificará: "Sanidad vegetal, trabajo para la Consejería de Agricultura". Tras una llamada, un grupo de especialistas retirará la planta colonizada por el picudo con la máxima cautela y se encargará de destruirla, a ser posible con el bicho dentro. Sólo quedará rezar para que el escarabajo no haya saltado a palmera de al lado.

Hace aproximadamente dos años que el picudo hace estragos en la Costa del Sol, aunque su presencia ya se detectó en 1995. Su avance está íntimamente ligado al desarrollo urbanístico, ya que es raro el conjunto residencial que no prevea zonas comunes adornadas con palmeras. "Los promotores suelen comprarlas en lugares en los que salen más baratas, como el Sudeste asiático o Egipto, por lo que hay que extremar los periodos de cuarentena para estar seguros de que no entran más", explica Antonio Moreno, delegado de Agricultura de la Junta en Málaga. Su delegación tiene un presupuesto de un millón de euros para luchar contra esta plaga.

Los detectives de palmeras infectadas pertenecen al servicio de sanidad vegetal de la Junta, aunque los trabajadores de parques y jardines de los municipios afectados también colaboran dando la voz de alarma. José Ramírez, residente en Rincón de la Victoria, fue uno de esos vecinos que pasó por esta extraña situación. "Llegó en una moto y tocó la puerta. Dijo que era de la Junta y me explicó lo que era el escarabajo. Después me dejó un librito sobre sus efectos y me dio cita para el día en que vendrían unos jardineros a llevársela", relata. Su palmera tenía unos 18 años y había alcanzado los cinco metros. "La segunda vez la hicieron cachos, la metieron en plástico como el CSI -la famosa serie de Policía Científica- y se la llevaron. Poco después murió otra palmera pequeña que tenía al lado. Parecía que no tenía nada pero también cayó", añade.

Seguir el protocolo es muy importante porque evita que el insecto se propague hasta otras plantas. El picudo es capaz de saltar hasta cinco kilómetros. Para controlar su expansión, la Junta ha iniciado un plan piloto de trampas para escarabajos picudos. "Se utilizan feromonas para atraerlos a determinadas zonas, se cercan y después se eliminan", explica el delegado de Agricultura. El objetivo es que la plaga no llegue a capital malagueña -donde ha habido casos aislados- ni que afecte de forma tan severa a la parte oriental de la provincia.

En la parte preventiva sigue dando quebraderos de cabeza a los expertos. La lucha química, practicada por la mayoría de los Ayuntamientos, no está dando el resultado esperado, por lo que hay que innovar. En países como Israel están entrenando perros para que detecten al insecto y existen otras técnicas, de momento experimentales, con las que se pretende vacunar a las palmeras con pequeños gusanos.

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El escarabajo picudo ataca al tejido vegetal de las especies dactilíferas y canadienses, un 90% de las 150.000 existentes en la provincia malagueña. Se han detectado focos, sobre todo en la parte occidental, Torremolinos, Benalmádena y Fuengirola, aunque los lugares con más víctimas vegetales son Marbella -con 1.800 de sus 50.000 palmeras afectadas- y Estepona. Las dos ciudades tienen estas plantas por todos rincones: en las principales calles, en las plazas, en el paseo marítimo, en las rotondas, centros comerciales...

La plaga es muy difícil de detectar, por lo que muchos propietarios ni siquiera tienen tiempo de reaccionar a ella. Cuando las ramas se achatan, el árbol ya no tiene cura. "El bicho puede tirarse un mes con una palmera, aunque en dos semanas también la tira", cuenta Miguel, un jardinero marbellí.

Las plantas afectadas se retiran y destruyen, normalmente en trituradoras. Una unidad, de unos 3 ó 4 metros, puede costar cerca de 6.000 euros, por lo que a ese precio, las pérdidas en la Costa del Sol, superarían los 12,5 millones.

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Sobre la firma

Juana Viúdez
Es redactora de la sección de España, donde realiza labores de redacción y edición. Ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional en EL PAÍS. Antes trabajó en el diario Málaga Hoy y en Cadena Ser. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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