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MIRADOR
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Terapia familiar

A Daniel Cohn-Bendit, el copresidente de los Verdes europeos, se le podrá criticar por su demagogia, pero no por carecer de un verbo afilado y certero para describir situaciones. Europa ha sido instrumentalizada en beneficio de una "terapia familiar" del matrimonio Sarkozy, ha declarado el que fuera uno de los cabecillas de las protestas de Mayo del 68. El presidente francés necesitaba tener ocupada a su esposa, Cécile, ha dicho refiriéndose a la polémica reunión de ésta con el líder libio Gaddafi el pasado julio, que desembocó en la liberación de las enfermeras búlgaras.

Vista la polvareda que levantó su viaje en las filas socialistas francesas (el PS ha pedido su comparecencia en la Asamblea Nacional) y la perplejidad que causó también en Bruselas, Cécile Sarkozy ha decidido explicarse en una entrevista asegurando que la única contrapartida que hubo en las negociaciones con el líder libio fueron en forma de ayuda médica. Nada de nada, entonces, de que el coronel exigiera cosas menos humanitarias. El presidente de Francia viajó, sin embargo, días después de la visita de su mujer, y firmó una serie de sustanciosos acuerdos, entre ellos la construcción de un reactor nuclear para uso civil y la venta de armas.

¿El fin justifica los medios, como este caso de las enfermeras, y más si con él ayudas a tu marido con el que tienes una relación difícil? No está claro. Primero, porque la participación de Cécile Sarkozy ensombreció el papel que en todo este proceso desempeñó la UE, y en particular la Comisión Europea (con Prodi, principalmente). Y segundo, porque dejó al margen a la diplomacia francesa. "Nadie me impedirá jamás intentar ayudar o aliviar la miseria del mundo", replica Cécile.

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