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Reportaje:

Nada nuevo bajo el monolito

El símbolo franquista de Cíes lleva 11 meses pendiente de derribo

Mientras el Ayuntamiento de Salceda de Caselas, ayer, acordó retirar de sus calles los símbolos franquistas y rebautizar la rúa José Antonio como Avenida de Galicia, el monolito de las Cíes, que ya iba a ser dinamitado en octubre de 2006, sigue en pie. Levanta su mole de 16,80 metros de altura y 6,6 metros cuadrados de base sobre una duna, y recibe, como siempre desde 1961, a los turistas, junto al muelle de Rodas, mientras espera una ley.

Nada impide su demolición, pero el Gobierno central, hace 11 meses, reculó poco después de anunciar que el monumento a Franco iba a ser dinamitado. Cuando ya se había contratado a una empresa que se encargaría de las explosivas tareas y la polvorienta retirada del escombro, causando el menor daño posible a la fauna y a la flora, el Ministerio de Medio Ambiente dio marcha atrás y optó por esperar a la inminente aprobación de la llamada Ley de la Memoria Histórica.

El ministerio nunca anunció la fecha de demolición para evitar manifestaciones en Cíes

Esto, al menos, es lo que se asegura desde la secretaría en Vigo del Parque Nacional Marítimo-Terrestre de las Illas Atlánticas. Aunque el Servicio Provincial de Costas del Estado, un organismo dependiente del ministerio, disponía ya de todas las autorizaciones y había notificado a la Subdelegación del Gobierno en Pontevedra la fecha en la que serían transportados en barco y utilizados los explosivos, finalmente, el pasado mes octubre, en las Cíes no sucedió nada. "Se creyó que era preferible esperar a la tramitación de la norma", explica una portavoz del parque. La orden de demolición llegada desde Medio Ambiente fue suspendida sine die y nunca más se volvió a tocar el tema. Así que el de las Illas Atlánticas, mientras tanto, tal y como confirman fuentes del ministerio, es el único parque nacional de España que todavía rinde homenaje al dictador.

La idea del derribo fue del secretario general para el Territorio y la Biodiversidad, Antonio Serrano. El 16 de octubre de 2006, Medio Ambiente anunció que los trabajos iban a durar menos de una semana. Se supo entonces que la operación se preparaba desde hacía meses, y que al principio la empresa contratada había defendido una técnica para retirar la pieza que perjudicaría menos el ecosistema. La casa de derribos optaba por aserrar la base y levantar el monolito entero, pero Costas calificó este método de "rudimentario y costoso". Después de permitir el uso de dinamita en la isla, el subdelegado del Gobierno en Pontevedra, Delfín Fernández, aseguró que la demolición se haría antes de noviembre.

No obstante, ni la consellería ni el Ministerio de Medio Ambiente llegaron a confirmar el día en el que saltaría por los aires la pirámide truncada de piedra y hormigón que afea el paisaje, allí donde la isla de Faro se funde con la de Monteagudo. No se dijo nada, según el parque, porque nadie deseaba "originar polémicas". Había que evitar que los adeptos al régimen invadiesen la playa de Rodas -la "mejor del mundo", según el diario británico The Guardian-, e impidiesen la desaparición del símbolo franquista. Pero no hacía falta tanto misterio. Hoy, bajo el monolito, siguen sin crecer la camariña y la herba de namorar.

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