Bush ofrece ayuda a los propietarios mientras Bernanke calma a los mercados
La Casa Blanca propone medidas para aliviar a los afectados por la crisis hipotecaria
La Casa Blanca quiere demostrar que se preocupa por los dos millones de familias estadounidenses atrapadas en hipotecas de alto riesgo. Por eso, el presidente George W. Bush presentó ayer una batería de medidas de rescate para evitar en lo posible que los afectados abandonen sus hogares por no poder pagar las cuotas mensuales de sus créditos. El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, dejó claro que su responsabilidad no es salvar a quienes han tomado decisiones financieras equivocadas, aunque garantizó que actuará si la crisis inmobiliaria amenaza la buena marcha de la economía.
La Administración de Bush y la autoridad monetaria definieron su campo de acción ante las turbulencias financieras que azotan los mercados desde comienzos del verano. Y cada uno mostró el arsenal que tiene a su disposición.
El presidente quiere demostrar que aprendió los errores del huracán Katrina. Aunque dijo que la economía es lo suficientemente fuerte para hacer frente a la crisis crediticia y calificó de "modesto" su impacto en el crecimiento, se mostró comprensivo con las familias que sufren un endurecimiento de las condiciones de crédito.
Bush explicó que la "innovación" en los productos financieros permitió a millones de familias estadounidenses acceder a una vivienda. "Pero desafortunadamente se cometieron abusos", reconoció el presidente, quien aseguró que la iniciativa del Gobierno va dirigida a propietarios endeudados "honestos". Para ellos, propone al Congreso la adopción de una serie de medidas que permitan a las familias revisar las condiciones de sus hipotecas, rebajar los impuestos que se aplican a la refinanciación de los créditos y reforzar la aplicación de las leyes en vigor para evitar nuevos abusos.
La iniciativa de George W. Bush fue recibida con optimismo en Wall Street, como lo fue el discurso pronunciado por el presidente de la Reserva Federal, quien volvió a decir que hará cuanto esté en su mano para evitar que la economía estadounidense salga perjudicada de la crisis. Los mercados esperaban con impaciencia la comparecencia pública de Ben Bernanke, primera desde que comenzaron las turbulencias en el mercado de crédito, en busca de señales sobre qué decidirá el banco central estadounidense en su próxima reunión del 18 de septiembre. Bernanke optó por una retórica más bien académica, aunque lanzó algún mensaje sobre la situación actual y lo que puede hacerse en el futuro.
La autoridad monetaria se resiste a recortar los tipos de interés, como le pide Wall Street. Bernanke reconoció estar preocupado por el impacto de esta crisis en el conjunto del sector financiero y por el daño potencial que tendrá para la economía si acaba afectando al consumo privado, del que dependen dos terceras partes del crecimiento estadounidense.
En un alarde de independencia, dejó claro que la Reserva Federal "no es responsable de proteger a entidades e inversores de las consecuencias de sus decisiones financieras", aunque aseguró que el banco central está dispuesto a aportar más liquidez al mercado de crédito si es necesario. Todo ello sin comprometerse a adoptar una acción específica.
Bernanke explicó que el sector de la vivienda es cada vez menos sensible a las decisiones de política monetaria, lo que deja en el aire que la Reserva Federal baje los tipos en su próxima reunión. "Muchas proyecciones sugieren que, debido a la reducida sensibilidad de la vivienda a los tipos a corto plazo, la respuesta de la economía a un cambio en el precio del dinero es modestamente menor y más equilibrada entre los diferentes sectores que en el pasado", precisó.
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