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Reportaje:AIRE LIBRE

Feudo vertical de ninfas y osos

La vertiginosa senda a través del desfiladero asturiano de las Xanas

Las xanas son unas enanucas rubias e inmortales que habitan junto a los ríos asturianos y que, como no tienen nada que hacer, salvo atusar sus cabellos de oro, se dedican a seducir con artimañas de Barbie diabólica a los pastores, los cuales suelen acabar ahogados, y a cambiar los bebés de las mujeres que se acercan a la orilla -antiguamente, para lavar; hoy, para lo que sea- por sus propios hijos, los xaninos, que se distinguen de los humanos porque enseguida echan todos los dientes, se ponen marrones y se mueren.

Con tales antecedentes, más propios de ogros que de hadas, no es de extrañar que sus paisanos mortales les hayan dedicado un cauce inaccesible, al que nadie puede arrimarse mucho, y menos con un churumbel a cuestas. Se trata del desfiladero de las Xanas, una garganta labrada por el impetuoso arroyo de las Xanas o Viescas sobre la masa caliza de la sierra del Aramo, en el sector central del Principado, no lejos de Oviedo. Una garganta que, al igual que aquellas ninfas, es pequeñuela -apenas dos kilómetros de longitud-, pero de belleza mortal, pues en algunos puntos hay 500 metros de desnivel entre la selvática orilla y las peladas crestas cimeras de los acantilados.

Dijimos que era inaccesible. Lo fue al menos hasta los años treinta del pasado siglo, cuando a algún lince se le ocurrió construir una carretera a través de la garganta para llegar a Pedroveya y a otras aldeas perdidas de la sierra del Aramo. A tal efecto, se barrenó la roca a media altura del desfiladero, pero la guerra, o simplemente la fuerza de la razón, detuvo la obra, que quedó reducida a un corredor pedregoso que en algún tramo no tiene más de metro y medio de anchura entre la pared y el abismo. Peligro de caer no hay, pero un poco de canguelo, la verdad, sí da.

Quien desee recorrerlo a pie, deberá tomar como punto de partida el área recreativa de las Xanas, entre las localidades de Villanueva y Tuñón. A pesar de que el desfiladero desemboca allí mismo, y la lógica tentación es echarse a andar por su fondo, hay que seguir en cambio la carreterilla que sube en fuerte repecho hacia Tenebredo y abandonarla a los 300 metros para, poco después, asomarse ya a la visión estremecedora de los precipicios, los primeros túneles de este camino horadado cual galería de carcoma y, allá abajo, las rugientes cascadas.

Sin posibilidad de pérdida, el itinerario discurre por el boquete abierto en la alta pared, que es como una versión rupestre de esas largas galerías que hermosean las casonas asturianas. Y así, a una hora del inicio, se llega a un punto en que las murallas grises de ambas márgenes casi se tocan, dando paso a una boscosa angostura, toda helechos y avellanos. El camino se arrima al arroyo, lo cruza por una pontezuela de madera y gira a la diestra para ascender por peldaños de madera hasta la iglesia de San Esteban, con su tejo milenario y rodeada de verdes praderías y de los caseríos de Pedroveya, Dosango y La Rebollada.

En la aldea de Pedroveya, tras casi dos horas de marcha, concluye el camino de ida, el mismo que se usará para regresar, no sin antes aprovechar la ocasión de conocer en esta población los típicos hórreos asturianos de planta cuadrada, con cuerpo de madera de castaño y tejado a cuatro aguas, que se sustentan sobre altos pilares rematados por grandes lajas redondas que impiden que los roedores se zampen los cereales y los tubérculos, pues se supone que los ratones no pueden caminar bocabajo por una piedra lisa. Aunque nosotros no pondríamos la mano sobre el fuego. Y menos en esta sierra habitada por seres tan raros como las xanas. Y como los osus. Porque los osos pardos, al igual que las enanucas rubias, no son fáciles de ver, pero haberlos, haylos.

Los tres concejos que confluyen en el desfiladero -Quirós, Proaza y Santo Adriano- forman junto con el de Teverga la mancomunidad de los Valles del Oso. En Proaza se halla la Casa del Oso; y entre Proaza y Villanueva, un cercado osero donde todos los días, a las 12.00, se puede ver cómo alimentan a Paca y Tola, dos osas que perdieron hace 18 años a su madre a manos de un furtivo y, con ella, la posibilidad de sobrevivir en libertad. Dicen que las xanas pueden romper el hechizo que las hace inmortales teniendo trato carnal con un varón en la noche de San Juan. Para romper el que une a Paca y Tola con los hombres no hay fórmula mágica que valga.

Dos excursionistas recorren el estrecho camino del desfiladero de las Xanas, en Asturias.
Dos excursionistas recorren el estrecho camino del desfiladero de las Xanas, en Asturias.ANDRÉS CAMPOS

GUÍA PRÁCTICA

Cómo ir- El paraje de las Xanas dista 20 kilómetros de Oviedo yendo por la autovía A-63 hasta Trubia y luego por la AS-228. Se encuentra señalizado entre Tuñón y Villanueva.Comer- Casa Jamallo (985 76 81 02). Bárzana. Unos 20 euros.- Casa Laureano (985 76 42 13). San Martín de Teverga. Unos 20 euros.- L'Esbardu (985 76 11 52). Proaza. Entre 12 y 15 euros.Información- Mancomunidad de los Vallesdel Oso (985 76 15 34; www.vallesdeloso.com).

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