"A la economía española le interesa que las infraestructuras catalanas funcionen"
Averías y retrasos en los trenes, colas de 70 kilómetros en la autopista, maletas perdidas... Ha sido un verano negro para las infraestructuras catalanas. Desde su despacho, el consejero catalán de Política Territorial y Obras Públicas (PTOP), el socialista Joaquim Nadal, pide paciencia.
Pregunta. ¿Cataluña es una comunidad rica con pies de barro?
Respuesta. Cataluña ha crecido más de lo que lo ha hecho el parque de infraestructuras, y las que tiene son a medida de lo que necesitaba la comunidad hace 15 años o incluso 30. El traje se nos ha quedado pequeño y saltan todos los botones de la chaqueta. Pero no tiene los pies de barro. Por primera vez, todas las infraestructuras que se ha decidido que se tienen que hacer se están haciendo, aunque temporalmente produzcan molestias. Cuando terminen, se aligerará la presión sobre la economía.
"Desde algunos puntos de vista, Cataluña está peor que otras comunidades. Negar la evidencia es un insulto a la inteligencia"
"Compatibilizar la llegada del AVE a Barcelona con el funcionamiento de Cercanías era difícil, pero cortar el servicio de Cercanías era impensable"
P. ¿Y si hay pulmonía?
R. No habrá. Hoy hay suficiente volumen de obra pública en marcha como para pensar que en los próximos dos años habrá una mejora sensible. Cataluña no puede dejar de ser uno de los motores de la economía española y una de las salidas naturales de las mercancías de la economía española hacia el mercado europeo. Es en el mayor interés de España que las mercancías del puerto de Barcelona y Tarragona, como también de Valencia, puedan salir en tren con ancho europeo hacia Europa. Es en interés de la economía española que las grandes infraestructuras catalanas funcionen razonablemente bien. Es catastrófica la pugna territorial, el agravio comparativo territorial. Este "yo quiero más" o "tanto como el otro" es una aproximación provinciana a las necesidades de la economía española.
P. Pero la imagen que proyecta Cataluña es ésa, la de que pide y plantea agravios comparativos...
R. Si tras 20 años de no recibir la inversión que tocaba, ahora que se intenta poner remedio a ello, algunas regiones de España levantan el hacha de guerra por instinto partidista contra un supuesto trato de privilegio, me parece gravísimo. Desde algunos puntos de vista, estamos peor. Negar la evidencia de que hace falta un sobreesfuerzo inversor es un insulto a la inteligencia. Si Cataluña es la comunidad con más kilómetros de peaje y con menos kilómetros de autovía, alguien debería ser capaz de reconocer que alguien creyó innecesaria una alternativa libre de peaje con desdoblamientos, porque había un parque suficiente de vías de peaje.
P. La ministra Magdalena Álvarez arguye que nunca un Gobierno central había invertido tanto en Cataluña. Los partidos e instituciones catalanas aportan otras cifras, poco comparables.
R. Diga lo que diga la oposición, en 2006 y 2007 se ha invertido más que nunca en Cataluña. Pero si ese mayor gasto no tiene continuidad, no se notará lo bastante. Es nefasto el baile de cifras no homogéneas adaptadas a los intereses de cada uno. Cada cifra nueva es una trampa nueva de gente que hace trampas.
P. ¿Y las de Fomento?
R. No. La ministra hace una comparativa sólo de su ministerio, antes y después. Los términos de la inversión global en infraestructuras del Estado son otros y es un tema pendiente, el de la metodología a acordar.
P. ¿Será posible resolverlo antes de la negociación de los presupuestos de 2008?
R. Espero que sí.
P. Una cosa son las cifras, pero ¿y las responsabilidades?
R. La sociedad es muy exigente y tiene razón de estar enfadada. Mi obligación y la del Ministerio de Fomento es intentar crear un clima de confianza que supere la falta de credibilidad en los gestores públicos. El problema más grave que tiene Cataluña se sitúa en Cercanías. El aeropuerto no es un problema mayor en su funcionamiento ordinario. Haríamos mal si magnificáramos las colas en los mostradores y las pérdidas de maletas. El Prat crece mucho.
P. Con el crecimiento importante de El Prat, ¿cómo argumenta la Generalitat que se requieran cambios en la gestión?
R. Podremos tener mayores capacidades y menores hipotecas para captar compañías y vuelos de medio y largo recorrido, para que los resultados sean aún mejores. No romperemos la unidad de navegación aérea, que es europea, ni tan siquiera la titularidad de la infraestructura, que es de interés general.
P. ¿Y el grado de acuerdo con el Gobierno sobre El Prat es similar al existente con Cercanías?
R. No. Todavía no. El presidente del Gobierno dijo que en septiembre hablaría con el presidente de la Generalitat y abordaría la cuestión. Y si la solución es satisfactoria para Cataluña, será satisfactoria para todos, para Valencia, para Baleares o Madrid. Debemos ser optimistas.
P. A la gente se le está agotando la paciencia.
R. Debemos ejercer cada uno de nosotros nuestras responsabilidades y hasta las últimas consecuencias. La ministra ha explicado que hacer compatible la llegada del AVE a Barcelona con el funcionamiento ordinario de Cercanías era difícil, pero la alternativa de cortar el servicio de Cercanías era impensable. Quizá no se fue bastante realista sobre los problemas que ha generado.
P. Cuatro grupos políticos pidieron la dimisión de Álvarez. ¿Y ustedes?
R. No pienso hacer un juicio paralelo a la gestión del Ministerio de Fomento. Como Gobierno catalán mi cometido es conseguir la máxima eficacia y colaboración entre administraciones, conseguir resultados, concretar inversiones, fijar calendarios, acordar prioridades y lo estamos haciendo. Por mucho que haya habido algunos momentos tensos y siempre hayan sido intensos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.