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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Retrato intelectual del ensayista líquido

Enrique Gil Calvo

El protagonista de este esbozo de biografía intelectual, Zygmunt Bauman, alcanzó celebridad con el libro Modernidad y Holocausto (1989). Su autor era un ex marxista polaco huido del estalinismo, que se había refugiado en la universidad británica, publicando obras inspiradas en la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt que pasaron sin pena ni gloria. Pero el súbito éxito alcanzado por su libro sobre el Holocausto fue aprovechado para presentarlo como otro Norbert Elias (una celebridad de la sociología histórica, cuya biografía de judío refugiado en Inglaterra con éxito tardío podía presentarse como un modelo de vida paralela a la de Bauman), a fin de lanzarlo comercialmente como un autor de best sellers filosóficos.

IDENTIDADES INCIERTAS: ZYGMUNT BAUMAN

Helena Béjar

Herder. Barcelona, 2007

205 páginas. 14,90 euros

Y, en efecto, desde entonces, Bauman se ha especializado en un género literario con buena acogida, como es la crítica de la posmodernidad y de la globalización. De ahí que el suyo pueda caracterizarse también de pensamiento débil (como definió Giovanni Vattimo al ensayismo posmoderno), aunque aún sería mejor llamarlo ensayismo líquido, puestos a reciclar la etiqueta semántica con que bautiza sus últimos best sellers. Y es que desde Modernidad líquida, enésimo retrato en negro de los efectos disolventes de la globalización, casi todos sus lanzamientos llevan en su título el mismo sello identificador: Amor líquido, Vida liquida, Miedos líquidos

... Algo tan caricaturesco que roza la autoparodia, por lo que cabría pensar en un irónico rizar el rizo para reírse de sí mismo, lo que quizá nos permitiría calificar al autor de disoluto (al modo de los libertinos dieciochescos), a fuerza de querer resultar disolvente en cuanto liquidador de la modernidad.

Porque, en efecto, toda la obra de Bauman (tanto su obra seria, culminada con Modernidad y Holocausto, como su obra trivial, a partir de Modernidad líquida) puede ser entendida como una teodicea negativa de la Modernidad: ese gigantesco proceso de ingeniería social que estaría disolviendo la responsabilidad moral. Todo muy crítico, iconoclasta, catastrofista y apocalíptico (pero también muy rentable y comercial, por hablar de liquidez contable) pero desde luego nada original, pues lo mismo sostuvieron Marx ya hace 150 años (con su jaculatoria del Manifiesto comunista que inspira la liquidez de Bauman: "Todo lo sólido se disuelve en el aire") o Weber hace 100 años (con su profecía de la tecnocrática jaula de hierro que encerraría a la humanidad en un callejón sin salida). La diferencia es que donde Marx hablaba de capitalismo, Bauman escribe modernidad: una jaula no de hierro represor, como en Weber, sino ahora de complaciente liquidez. Así se escamotea tanto la estructura de clases (la propiedad) como la dominación política (el poder), reduciendo la cuestión a mera crítica de la cultura.

Esta trayectoria intelectual

del Bauman crítico cultural de la modernidad es la que reconstruye la socióloga Helena Béjar sin demasiadas complacencias, pero sin cebarse en sus evidentes debilidades, que no recrimina tanto como debiera. Y siendo una de nuestras más importantes intelectuales, con larga obra publicada dentro del republicanismo filosófico, cabría preguntarse: de entre toda la galería de autores vivos que la inspiran (como Robert Bellah o Richard Sennett), ¿por qué se ha interesado en Bauman? Sostiene que por afinidad electiva, pero podría sospecharse que se ha dejado deslumbrar por su fama mediática. En cualquier caso, es lo bastante honrada como para reconocer que la obra más reciente no merece el mismo aprecio intelectual que la del primer Bauman todavía desconocido, cuando aún no pensaba por cuenta de su cifra de ventas. De ahí que se centre en rastrear dos temas baumanianos que no gozan del favor popular: la ambigüedad y la responsabilidad moral, supuestamente destruidas por la modernización.

Para criticar sin piedad el discutible concepto de ambigüedad que usa Bauman, Béjar recurre a Mary Douglas, en páginas que constituyen lo más interesante del libro. Y para respaldar la reivindicación de la responsabilidad moral que Bauman lleva a cabo, Béjar se centra en Emmanuel Lévinas. Todo ello de acuerdo con el tono moralista (más que moralizador) de la obra de Bauman, que en el libro de Béjar es presentada bajo el macguffin o leitmotiv del "bricolaje biográfico", inspirado en el "hágalo usted mismo": la construcción a base de "estilos de vida" impersonales e intercambiables de una identidad individual huérfana tanto de apoyo social como de dirección institucional.

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