La casa de Aleixandre

Quiero felicitar a Jesús Ruiz Mantilla su admirable y dolorido artículo Aleixandre no es escombro, publicado en EL PAÍS el 12 de agosto de 2007. Me parece indignante que las autoridades correspondientes (Ministerio de Cultura, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid) no se pusieran de acuerdo hace ya tiempo para adquirir la entrañable casa del Nobel, auténtico santuario de la poesía, de la amistad y de la memoria durante la larga dictadura.

Hace unas décadas, la Huerta de San Vicente, en Granada, donde Federico García Lorca escribiera algunas de sus obras más señeras, estuvo a punto de ser sacrificada por uno de los últimos ayuntamientos franquistas de aquella ciudad. Por suerte, el desmán se pudo impedir, entre otras razones debido a una enérgica y bien razonada protesta de cientos de hispanistas europeos.

Ya en democracia, ¿habrá que recurrir otra vez al extranjero? No puedo creer, porque le conozco, que nuestro flamante ministro de Cultura, hondo escritor y poeta él mismo, comparta tal ceguera. No se trata de una inversión a fondo perdido, sino de salvar para la nación un lugar sublime, cargado de simbolismo y de recuerdos. Espero que estemos todavía a tiempo. Si no, a algunos no nos quedará más remedio que morirnos de vergüenza ajena.