El clima se supera
Hay noticias que se desgastan al repetirse. Que los registros climáticos vuelvan cada año a ser los más extremos desde que hay mediciones no es, sin embargo, una de ellas: cada vez que se repite se vuelve más afilada. No ha hecho falta esperar a que acabe 2007 para que la Organización Mundial de Meteorología, de Naciones Unidas, haya reconocido al año en curso varios récords catastróficos en su último informe.
Los ciclos de monzones se han duplicado -van cuatro en dos meses- y las inundaciones causadas por unas lluvias torrenciales de excepcional frecuencia han causado ya el desplazamiento de más de 10 millones de personas. Sobre todo en el sur asiático, pero pocas zonas del planeta se han librado: desde las decenas de miles de viviendas arrasadas por el desbordamiento del Nilo en Sudán, hasta los centenares de miles de afectados por las peores inundaciones que se recuerdan en Omán, Mozambique o Uruguay.
Las lluvias torrenciales y los vientos de 170 kilómetros por hora afectaron a Europa en enero, con víctimas, pérdidas y apagones en decenas de miles de viviendas. En el Reino Unido, por ejemplo, no llovía tanto en primavera desde 1766. El transporte urbano de Nueva York llegó a paralizarse la semana pasada, incluidos el metro, el tren y los accesos por carretera. Al mismo tiempo, Alemania ha vivido el abril más seco de su historia, Bulgaria el verano más caliente y la población de India ha padecido una ola de calor sin precedentes, todo mientras Argentina se congela y Suráfrica llega a registrar unos insólitos 25 centímetros de nieve. El casquete polar ártico se ha reducido este verano a un ritmo que ha vuelto a sorprender a los expertos. Si el retroceso del hielo no ha superado ya el récord del verano de 2005, es casi seguro que lo hará en septiembre, y entonces habrá más agua en la superficie del Ártico que en ningún otro momento de la historia.
Los modelos de los científicos se van cumpliendo -si en algo han errado hasta ahora es en quedarse cortos- y ello es la mejor evidencia de sus supuestos centrales: no sólo que el planeta se calienta, sino que las emisiones derivadas de los combustibles fósiles son en gran parte responsables de ello. Los mismos modelos predicen que las temperaturas, las olas de calor y las inundaciones catastróficas seguirían aumentando durante décadas aun cuando adoptáramos mañana mismo una política energética inteligente. Persistir en no adoptarla es suicida y sólo puede acelerar el proceso.
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