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El 'violador del chándal' reaparece en Coruña

Andrés Mayo salió libre en 2002 después de cumplir 12 de los 106 años de su condena

Andrés Mayo Fernández, de 39 años, natural de Benavente (Zamora), que a finales de los años ochenta se hizo tristemente célebre en Asturias y León como el violador del chándal, ingresó ayer en prisión acusado de otras ocho agresiones sexuales cometidas en los últimos seis meses en A Coruña. Mayo salió de la cárcel en 2002 tras cumplir 12 de los 106 años de prisión a los que fue condenado. Desde hace dos años se había instalado en A Coruña, donde trabajaba como empleado de la construcción.

"Ya cayó sobre él el peso de la justicia y no se regeneró", destacó José Manuel Pose
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La policía le detuvo a primera hora de la mañana del pasado jueves, cuando iba a trabajar. La titular del juzgado de Instrucción número 5 de A Coruña le envió ayer prisión, acusado de dos violaciones y seis tentativas frustradas. Según fuentes próximas a la investigación, las fuerzas de seguridad están convencidas de que cometió más agresiones sexuales que no fueron denunciadas por las víctimas. La policía espera poder probarlas a partir de la próxima semana, cuando están previstas las ruedas de reconocimiento del agresor.

Mayo fue condenado a 106 años de prisión como autor de cuatro violaciones y de siete tentativas. Sólo cumplió 12, según fuentes policiales, y en 2002 salió del centro penitenciario de Mansillas de las Mulas (León), donde ya disfrutaba de permisos de salida, desde 1999, por mostrar arrepentimiento, buena conducta y asistir a un programa de rehabilitación para violadores, según el auto de la Audiencia de León. Sin embargo, en A Coruña mantuvo la misma forma de actuar que en la docena de delitos cometidos en Asturias y León hace casi dos décadas.

Antes y después de su estancia en prisión y del programa de rehabilitación, el violador actuaba entre la medianoche y las dos o tres primeras horas de la madrugada de los fines de semana o vísperas de festivos, por lo que, en su primera etapa delictiva, se le conocía como el violador del fin de semana. Acechaba a mujeres de entre 20 y 30 años que se dirigían solas a sus domicilios. En el portal o en las cercanías, las asaltaba por detrás, cubriéndose la cara, y las arrastraba a algún lugar discreto para agredirlas sexualmente. En algunas de las violaciones y agresiones cometidas entre 1989 y 1990, Mayo se ponía violento con sus víctimas. Entonces, le rompió la nariz a una de ellas.

En A Coruña mantuvo sus costumbres delictivas y durante meses actuó por diversos barrios hasta sembrar la psicosis ciudadana. Las dos primeras de las agresiones que se le atribuyen fueron el 6 de diciembre de 2006 en la zona de Os Castros y el 24 en la calle de Falperra. El 28 de enero cometió presuntamente otro asalto en la misma zona, en la calle de Alfonso VII; el 24 de marzo, en el Castrillón y siete días después, en el Barrio de las Flores.

El 9 de junio fue en la zona de Cuatro Caminos, en pleno centro, y el día 30, la última conocida, en una pasarela peatonal sobre la avenida de Alfonso Molina, vía de entrada a la ciudad. Arrastró a su víctima hasta unos matorrales, pero ella pudo zafarse y correr hacia la calzada. Unos conductores alertaron a la policía de que una mujer corría peligro de ser atropellada. En todos los casos, los datos que pudieron ofrecer las víctimas al denunciar los hechos fueron su altura, alrededor de un metro ochenta, y unas manos considerablemente grandes, propias de quien trabaja de albañil, como el detenido.

Mayo residía en A Coruña desde hace casi dos años y su trabajo en una empresa de construcción le permitía realizar muchos desplazamientos por toda la provincia, en el entorno de la capital y en la comarca de Ferrol. Desde marzo se dieron al conocer al menos nueve agresiones sexuales, incluso contra menores, en la comarca coruñesa. La policía llevaba tiempo estrechando el cerco en torno al agresor y consiguió reunir "pruebas más que suficientes" contra Mayo, al que considera único responsable de la cadena de violaciones en la ciudad en los últimos seis meses, según fuentes oficiales. Sin embargo, fuentes cercanas a la investigación admiten que no existen pruebas biológicas: el hombre no expulsaba semen. La colaboración ciudadana y, sobre todo, de las víctimas que se atrevieron a denunciar fue fundamental. Dos de ellas le han reconocido como su agresor.

El subdelegado del Gobierno en A Coruña, José Manuel Pose, destacó ayer la eficacia y el "buen trabajo" de la policía, pero admitió la "enorme preocupación" que genera en la sociedad un caso como éste al tratarse de un delincuente reincidente en libertad. "El debate está abierto y es evidente que algo cruje en el sistema, que algo falló porque ya cayó sobre él una vez todo el peso de la Justicia, estuvo 12 años en prisión y sin embargo no se regeneró", comentó Pose. Al margen de que se abra la discusión sobre la necesidad de reformar las leyes, el subdelegado del Gobierno destacó la dificultad de actuar "contra delincuentes que siempre buscarán lo que sea para seguir actuando". "Lo fastidiado de todo esto es la gente que queda tocada, las víctimas, y sabe Dios las que hay que no denunciaron su caso", lamentó Pose.

Andrés Mayo, cuando fue detenido en 1991.
Andrés Mayo, cuando fue detenido en 1991.EFE (ARCHIVO)

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