La amenaza chií acecha a EE UU en Irak
Un ataque aéreo estadounidense causa 30 muertos en un barrio de Bagdad controlado por integristas
Para los que creen que a EE UU no le puede ir ya peor en Irak, el día de ayer dejó algunos elementos que muestran que todo es aún susceptible de empeorar, según cómo jueguen sus cartas los actores implicados. EE UU lanzó una gran ofensiva en Ciudad Sáder, el principal feudo chií de Bagdad, que causó 30 muertes, para acabar con supuestas células radicales conectadas con Irán. En el mismo momento, el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, se paseaba precisamente por Teherán mostrando gran camaradería con los dirigentes iraníes, satanizados por EE UU. Hasta ahora, los estadounidenses en Irak temían sobre todo a los suníes. Sin embargo, algunas voces advierten que el mayor peligro para sus intereses van a ser pronto los chiíes.
El primer ministro iraquí ha ido perdiendo aliados, pero le queda un amigo: Teherán
Los suníes, que tenían el control de Irak durante los años de gobierno de Sadam Husein, eran hasta ahora el principal semillero de la insurgencia. Es cierto que desde la invasión, en 2003, el grupo chií encabezado por Múqtada al Sáder respondió con violencia a la ocupación, pero las principales bajas las han causado grupos suníes, algunos de ellos supuestamente vinculados a Al Qaeda, también suní. Pero los viejos clichés parecen haberse quedado obsoletos.
El Ejército estadounidense ha desvelado que el pasado julio el mayor número de ataques mortales contra las fuerzas estadounidenses proceden del campo chií. Nada menos que el 73%. Y la gran mayoría a través de bombas antitanque que se ocultan junto a las carreteras y que, según algunos indicios, proceden de Teherán.
EE UU lanzó ayer la ofensiva militar en Bagdad de mayor envergadura en los últimos meses y tuvo en el punto de mira el feudo chií de Al Sáder. Fue una operación de guerra en toda regla, apoyada por bombardeos aéreos sobre la capital. Hubo 30 muertos y, según testigos citados por las agencias internacionales, fallecieron una decena de civiles, incluido mujeres y niños. Los portavoces de EE UU admitieron que había civiles en la zona, pero aseguraron que ninguno murió en el ataque.
Los mandos militares estadounidenses justificaron la ofensiva por el peligro de los radicales chiíes y pusieron énfasis en la supuesta conexión iraní: "Sospechamos que los detenidos y los terroristas muertos son miembros de una red de grupos especiales terroristas, conocidos por facilitar el transporte de armas y de explosivos antiblindados de Irán a Irak, así como por introducir a milicianos para su adiestramiento terrorista", afirma una nota difundida por los mandos militares.
El Ejército de EE UU dejó claro que lo de ayer no es un episodio aislado: advirtió que habrá nuevas acciones en los próximos días para poner fin a la "cadena de aprovisionamiento de material ilícito enviado desde Irán". Y el servicio de espionaje estadounidense se apresuró a subrayar la conexión entre terrorismo en Irak, los chiíes e Irán: un informe subraya que el grupo atacado ayer en Bagdad "sirve de enlace entre la Guardia Revolucionaria [cuerpo de élite iraní] y las redes terroristas en Irak".
La ofensiva, que coincidió con la llegada a la capital de miles de peregrinos chiíes por la conmemoración de la muerte del imán Musa al Kadhim, aumentará el malestar, ya muy elevado, de los radicales chiíes de Al Sáder ante la presencia militar extranjera en el país. Su rama política ha abandonado el Gobierno unitario del Gobierno dirigido por el chií Nuri al Maliki, que se encuentra en una posición más precaria que nunca.
En apenas unas semanas, Al Maliki ha perdido a la gran mayoría de aliados: EE UU le acusa de ineficiente y de no hacer lo suficiente para acabar con la violencia sectaria, el grupo de chiíes moderados y prooccidentales de Ayad Alaui se ha marchado del Ejecutivo, al igual que los chiíes radicales de Al Sáder -por motivos opuestos- y los suníes. Al Maliki está más solo que nunca. Aunque conserva un amigo: Teherán.
El primer ministro iraquí encontró ayer en Teherán todo el calor que últimamente le falta en Bagdad. Llegó a la capital iraní, procedente de Turquía, acompañado de una importante delegación política y de seguridad, y le recibió el vicepresidente, Pervez Daudi. Ayer mismo se entrevistó también con el presidente, Mahmud Ahmadineyad, y también tenía garantizada una reunión con el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
El objetivo del viaje, según recalcó Al Maliki nada más pisar suelo iraní, es estrechar al máximo los lazos entre ambos países de mayoría chií. "Irak e Irán estamos convencidos de que nuestra cooperación ayudará a Irak y a restaurar la estabilidad". Y añadió: "Queremos promover lazos económicos y otros lazos que contribuyan a combatir el terrorismo y sus retos".
Según fuentes iraníes e iraquíes citadas por Efe, una de las prioridades es incrementar la participación iraní en las obras de reconstrucción del país árabe, especialmente en el sector de los servicios, a fin de aliviar el sufrimiento diario de la población y mitigar, en consecuencia, las críticas contra el Ejecutivo de Al Maliki.
Irán es enemigo declarado de EE UU, que trata de aislar al régimen de los ayatolás para reducir su influencia internacional y paralizar su programa nuclear. Pero al mismo tiempo ha admitido que es un actor clave en Irak. Pese a que ambos países no tienen relaciones diplomáticas, el polvorín de Irak les ha sentado en una misma mesa y han creado un comité conjunto.
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