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Reportaje:

El abrazo de los primos más lejanos

Una tribu maorí visita Valverde del Majano (Segovia), el lugar en el que han encontrado su "sede ancestral"

Guillermo Abril

Brillan los campos de trigo. Es media tarde en Segovia. Un pequeño grupo de maoríes desanda el camino hacia sus raíces. Al lugar donde todo empezó, Valverde del Majano. A su turangawaewae, su "sede ancestral". "Valverde", dice Anne Makaa, una mujer de 56 años, cuando ve asomar los tejados de esta localidad. Lo dice emocionada porque así se llama su hermana, que no ha podido venir.

La palabra había pasado inadvertida durante 180 años de tradición oral: "Valverde" es también el nombre de la granja en que nació Doug Katae. Donde aún vive su madre, en Te Araroa, Nueva Zelanda. Allí les llaman los Paniora, los españoles en maorí. Son los descendientes de Manuel José, un valverdano que llegó en 1834. Gozó de gran prestigio entre los ngati porou, una tribu pacífica con la que convivió el resto de sus días. Se casó con cinco mujeres, tuvo nueve hijos y 42 nietos. Así comienza la historia de una de las familias maoríes más numerosas de Nueva Zelanda. Siete generaciones después, suman unos 16.000 descendientes. Y una veintena de ellos ha vuelto para poner los pies en la tierra en la que nació "el primer Paniora", un hombre casi mítico en el imaginario de esta familia. Han llegado a lo largo del fin de semana. Y ayer pisaban al fin Valverde, el nombre que usaban sin saber qué significaba.

"¿Comen cochinillo?, pregunta un segoviano. "Sí, fuimos caníbales", contesta el maorí

A Josefina Kalan las palabras se le convierten en lágrimas ante el portal de la casa de Teresa García Ayuso. "Dile que estoy realmente emocionada", deja escapar. La besan, conversan. Quieren saber qué recuerda de su antepasado. Teresa García, de 90 años, sería algo así como su tía lejana, bisnieta de la hermana de Manuel José, la descendiente mayor que aún vive. Josefina le entrega un colgante de jade maorí. Ella se lo cuelga junto a la medalla de la Virgen. Mientras, su sobrino Santiago Ayuso pregunta al resto si pueden comer todo tipo de carne. "Es que vamos a preparar cochinillo este sábado, cuando reunamos a las dos ramas de la familia". "¡Si claro!", le responde Doug Katae, "¡no ves que nosotros fuimos caníbales!". Hay risas, y es como si no hubieran pasado los años. Como si los lazos familiares persistieran. Se miran, escrutan sus rostros, buscan parecidos. Doug lo resume así: "Da igual si no queda rastro. Lo que nos une es la sangre".

Los niños se arremolinan junto al grupo. Curiosean la capa de plumas de Maria Wilson. "Es una capa tradicional", explica ella. "Antiguamente la solían vestir los ancianos de la tribu". Doug Katae se empeña en enseñarles el hongi, el saludo típico maorí. "Hay que juntar nariz con nariz, frente con frente, para que respiremos el mismo aliento", repite, con la lección aprendida, Pilar Ayuso, otra prima lejana.

A última hora, el pueblo ultimaba los preparativos para la recepción oficial. Vestidos regionales y danzas típicas para estar a la altura de los discursos en maorí y los cánticos que llevan meses preparando sus primos de las antípodas. La fiesta contará también con la presencia del embajador de Nueva Zelanda, que ayer acompañó a Rafael Casado, alcalde de Valverde. Ambos se congratularon de haber encontrado unos vínculos únicos entre dos países tan alejados. Casado se refirió a los Paniora como "los nuevos valverdanos" y tendió lazos no sólo familiares a sus primos neozelandeses. "Como pueblo industrial que somos, se nos abren importantes oportunidades de negocio", dijo. Y se comprometió a organizar "lo antes posible" una visita española a la alejada región de Te Araroa, al este de Isla Norte, en Nueva Zelanda. Donde desembarcó hace casi dos siglos Manuel José.

La neozelandesa Josefina Kalan (derecha) abraza a su parienta lejana Teresa García Ayuso.
La neozelandesa Josefina Kalan (derecha) abraza a su parienta lejana Teresa García Ayuso.GORKA LEJARCEGI

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Sobre la firma

Guillermo Abril
Es corresponsal en Pekín. Previamente ha estado destinado en Bruselas, donde ha seguido la actualidad europea, y ha escrito durante más de una década reportajes de gran formato en ‘El País Semanal’, lo que le ha llevado a viajar por numerosos países y zonas de conflicto, como Siria y Libia. Es autor, entre otros, del ensayo ‘Los irrelevantes’.

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