La cola
Qué terrible cansancio, siempre, hacer cola. Y qué curioso hacerla por placer, se supone que por ver algo que nos gustará ver. Como un monumento. No es la cola del pan que hicieron nuestros abuelos (vuestros bisabuelos o vosotros, según la edad que tengáis, lectores), que sería una cola llena de ansiedad, de avidez. Ni es una cola para conseguir papeles (que a lo mejor también has hecho tú, lector), en la que se verían otras caras, aunque también extranjeras.
Supongo que es raro tratar de adivinar de dónde son los de la cola sólo por su cara. Quiero decir que es fácil deducir que la pareja que se abraza es una pareja de japoneses. Todo el mundo podría reconocer su raza. Pero es algo raro tratar de deducir de dónde son los demás y, a pesar de eso, yo diría que tienen cara de españoles. Les habrá pasado a veces. Han pensado "éste tiene cara de vasco" y, en efecto, era vasco. O "éste tiene cara de andaluz" y, en efecto, es andaluz. Para mí, pues, la señora del bolso Burberrys es española. No es francesa, no es inglesa, no es holandesa, no es rusa. Y no es catalana. Los catalanes no hacemos cola para ver nuestros monumentos. Es más, últimamente, tenemos una especie de sentimiento contra los turistas que nos invaden las ciudades, porque vienen a centenares. Sufrimos autocares, señores con sombrero mexicano y vómitos nocturnos. Éstos de la foto se supone que son eso que se llama turismo de calidad. Los que vendrán después de la película de Woody Allen, vamos.
El abrazo de la pareja no es de amor repentino, sino de cansancio, de 'madre mía, qué cansado es ser turista...'
El abrazo de los dos japoneses, que deben de ser pareja, no es un abrazo de amor repentino, aunque se deben querer. Es un abrazo de cansancio, de madre mía, qué cansado es ser turista... Él permanece atento, ella se ha dejado llevar y entrecierra los ojos. Estamos acostumbrados a ver turistas de pésima calidad en La Rambla y estamos acostumbrados a que los japoneses sean turistas de supercalidad. De más calidad que los otros. Seguro que estos dos chicos llevan días de tute. Son los más jóvenes y los más modernos de la cola. Él lleva el pelo pincho, ella el ombligo al aire. Podrían ser hijos de los que están detrás de ellos en la cola, pero seguro que los hijos de los que están detrás de ellos en la cola (si los tienen) no quieren hacer cola para ver el monumento. En fin, es un monumento que no identifico a simple vista. Podría ser la Pedrera.
Algunos malintencionados piensan que el AVE por el centro de la ciudad es bueno sólo porque hará que se caiga la Sagrada Familia y la Pedrera, borrando de un plumazo el modernismo de la ciudad y, en consecuencia, borrando de un plumazo a los turistas. Si no hay Sagrada Familia, se dicen sonrientes, no habrá turistas, no habrá molestos autocares a su alrededor, no habrá chiringuitos terribles en los que ofrezcan paella cara y mala, no habrá colas como la de la fotografía. Pero yo no me dejo engañar. Sería mucho peor. Imaginen el panorama. El Ayuntamiento no tardaría en acordonar la zona cero. En ella, se haría un memorial al que se accedería pagando una limosna. Luego, se haría un concurso de ideas para levantar un nuevo templo expiatorio y una nueva Pedrera en homenaje a Gaudí. Se haría un festival benéfico para recaudar fondos en el que cantaría Carlinhos Brown, nuestro hijo pródigo. Los turistas vendrían en rebaños todavía más numerosos para llorar y poner velas en el lugar donde antes hubo un monumento. No lo duden, sería todavía peor.
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