Tom Barrack contra el Agá Jan
El millonario estadounidense le arrebata al príncipe el control de Costa Esmeralda, uno de los enclaves más 'chics' del Mediterráneo
Pequeña revolución en uno de los puertos más chic del Mediterráneo. El príncipe Karim Agá Jan, imán de los ismaelitas y descendiente del profeta Mahoma, acaba de perder el control de su reino de casas, hoteles y restaurantes de lujo en la Costa Esmeralda -al norte de la isla de Cerdeña (Italia)- a manos de Tom Barrack, multimillonario estadounidense de origen libanés. Barrack es "el mayor inversor inmobiliario del mundo", según la revista Fortune, con un patrimonio que ha llegado a superar los 20.000 millones de euros.
Los dos magnates se enzarzaron en una verdadera guerra por el control del Consorcio Costa Esmeralda, uno de los lugares con una concentración de vips más alta del mundo. Nadie que se precie de estar en el gotha ha dejado de navegar por esas aguas cristalinas y de compartir mesa y barco con el ex presidente italiano Silvio Berlusconi, el patrón de Renault en la F-1, Flavio Briatore, o los jóvenes Grimaldi.
A las elecciones para la renovación del consejo de administración del consorcio -celebradas la semana pasada- se presentaron dos bloques: Agá Jan versus Tom Barrack. Arrasó Barrack: copó los cinco puestos del consejo y confirmó como presidente a Renzo Persico. La prensa sensacionalista italiana se ha referido al caso como la crónica de una derrota anunciada.
Mas allá del cotilleo, este cambio sella un proceso que viene de lejos y a la vez supone un giro en la historia de la Costa Esmeralda. Paraíso exclusivo e inaccesible, este lugar espectacular en el norte de la isla Cerdeña, conocido por sus playas de arena blanca, perderá algunas de sus señas de identidad: seguirá buscando un turismo de un nivel muy alto, pero más atento a los números que a la calidad.
El Consorcio Costa Esmeralda se constituyó en 1962 entre los propietarios de una pequeña zona costera en el noreste de la isla. Su objetivo inicial era programar un desarrollo urbanístico equilibrado y proveerse de las estructuras adecuadas para el turismo de lujo, a través de una suerte de contrato entre amigos-vecinos. Entre los fundadores de la asociación figuraban el propio Karim Agá Jan; su hermanastro Patrick Guinness (magnate de la cerveza negra irlandesa); los polacos Gisele y René Podbielski; el banquero escocés John Duncan Miller, y el abogado parisino André Ardoin, mano derecha del Agá Jan.
El consorcio tiene un fondo de 14.000 millones de euros y una plantilla de 100 empleados (el doble en temporada alta), que se ocupan también de la seguridad.
Desde el principio fueron establecidas unas reglas muy estrictas, entre las que destacaba la adhesión obligatoria al consorcio para todos los dueños de terrenos, casas y hoteles de la zona. Los fundadores y sus familiares se aseguraban la mayoría en el consejo de administración. Y un comité de arquitectura ejercía un control total sobre futuras modificaciones: las nuevas construcciones e incluso los árboles o la pintura de una pared requerían la aprobación de dicho comité.
Las cosas empezaron a cambiar en los años noventa: el Agá Jan cedió sus hoteles y terrenos a la cadena Sheraton, comprada luego por Starwood y, finalmente, en manos de la Colony Capital de Barrak. El príncipe se quedó con su Villa Cerbiatta y el prestigioso Yacht Club Costa Esmeralda.
La democracia en el consorcio tiene sus propias normas. Nada de un propietario, un voto. Los 3.600 socios votan según cuotas de propiedad, como sucede en todos los condominios de Italia. De un total de 153 millones de votos, Barrak logró unos 35 millones; es decir, un 25%. No sin polémica: Enzo Satta, arquitecto del Agá Jan, aseguró, en declaraciones a Il Corriere della Sera, que casi cuatro millones de votos de Barrak "representan inmuebles virtuales, nunca realizados", y anunció la presentación de un recurso. La amenaza no asustó al grupo de Barrack. "Nunca hubo competición con el Agá Jan", explicó un portavoz del millonario estadounidense.
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