"La Ley de Incendios no contempla la realidad"
Pionera en muchos campos de la investigación, esta mujer pertenece a esa clase de personas que se mantienen firmes sople el aire de dónde sople. Está orgullosa de su labor como mujer y como científica y, aunque nunca se ha sentido discriminada, lamenta que la mentalidad masculina no haya cambiado tanto como se presume.
Pregunta. Está usted contra las cuotas de mujeres.
Respuesta. Yo defiendo que un puesto debe de estar ocupado por quien esté más capacitado, da igual del género que sea. Para ejemplo, este centro: la mayor parte de la investigación la llevan adelante mujeres sin recurrir a las cuotas.
P. En el CSIC sobrepasan la igualdad. ¿Cuál es la fórmula?
R. Viene dada por las circunstancias. La verdadera igualdad la conseguiremos invirtiendo en educación, aunque tengo que manifestar que la enseñanza mixta, por la que tanto luchamos, no ha colmado nuestras expectativas, dado que el debate sobre la discriminación sigue vivo.
Necesitaremos millones de años para recuperar el suelo que hemos perdido sólo en el último año
La carrera de investigador no está bien definida y es dura, larga y sin salidas laborales claras
P. No es su caso.
R. El ámbito científico tiene unas características especiales. Aunque es cierto que no tenemos los mismos niveles en cargos de relevancia, dentro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) hay mayor igualdad, cobramos lo mismo y he tenido la satisfacción de dirigir el centro apoyada por muchos compañeros y, naturalmente, con reticencia de otros.
P. Usted ha luchado porque se reconozca como profesión la investigación científica.
R. He luchado bastante, sí. Me duele mucho que ni la sociedad ni la administración nos clasifiquen como profesionales de lo que realmente desarrollamos. Estamos encuadrados en cualquiera otra actividad. Mis titulaciones son de farmacia y química, pero realmente no ejerzo ninguna de las dos. Es escandalosa esta falta de reconocimiento como profesión, con lo cual no se atrae a la gente joven.
P. Existe la idea de que son ustedes gente extraña.
R. Exacto. Y nada más lejos, este es un trabajo normal, lleno de satisfacciones si realmente tienes vocación. Es una labor fascinante porque no es un trabajo únicamente de laboratorio o de estar todo el día metida en una biblioteca, como se piensa. La labor de campo es muy importante.
P. Estando bien de finanzas, en el CSIC se quejan de falta de recursos humanos.
R. Sí, porque la carrera de investigador, además de no estar bien definida, es dura, larga y las salidas no están claras. Los compromisos son muy exigentes pero las posibilidades de acceder a una plaza fija nunca están garantizadas. Hoy la gente soluciona su vida laboral con un máster, que le da acceso a la empresa privada, antes que comprometerse con la investigación.
P. ¿No piensa igual la mujer?
R. Seguramente sea una consecuencia de lo que acabo de decir. Parece una contradicción, pero no lo es. El hombre sigue siendo cabeza de familia y busca seguridad en la vida laboral. Entonces es la mujer la que se permite el riesgo de emprender este camino más largo y más vocacional.
P. Su vocación es la edafología, ciencia que investiga el suelo. ¿Reconocemos su importancia?
R. Escasamente. Por ejemplo, estamos dando soluciones para recuperar el suelo de los incendios, presentamos nuestro sistema en el Congreso Nacional de Medio Ambiente y en un congreso internacional en Portugal, y muchos países afectados por los fuegos forestales lo acogieron con satisfacción. Sólo la Xunta ha despreciado un trabajo serio y científico.
P. Viene de viejo su empeño.
R. El tema de los incendios cambió mi orientación investigadora. En 1982 realizamos una evaluación de la erosión postincendios y determinamos las zonas de mayor riesgo. Lo hicimos simplemente para poner en manos de los políticos gallegos un arma con la que defender ante Madrid la necesidad de disponer de más dinero para combatir los incendios. La evaluación, que fue publicada por una revista de prestigio científico, se remitió a todos nuestros representantes públicos. No recibimos ni contestación ni acuse de recibo. La alerta de entonces es hoy la imagen de la catástrofe.
P. En este tiempo se ha elaborado una Ley de Incendios.
R. Se han dado algunos pasos, pero mi crítica a esa ley es que no contempla la realidad del suelo. En los foros de debate se habla mucho de poner en valor el monte y se centran sólo en la vegetación, para nada se tiene en cuenta el suelo, como si no jugara ningún papel en este problema.
P. ¿Hay peligro de desertización?
R. En algunas zonas sí. Existen montes en los que sólo quedan diez centímetros de espesor de suelo útil y otros en los que las rocas ya están desnudas. La propia ley marca tiempos de actuación inadecuados para la recuperación del suelo tras un incendio. Hay lugares en los que en un año hemos perdido tres mil toneladas de suelo por hectárea. Para recuperarlos necesitaremos millones de años.
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