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EE UU busca nueva estrategia en Irak

La Casa Blanca estudia soluciones que permitan reducir tropas y recuperar aliados

Antonio Caño

A la espera del anuncio formal de una nueva estrategia, que no llegará antes de mediados del mes de septiembre, EE UU busca ya distintas fórmulas que le permitan empezar a retirar tropas de Irak -actualmente 160.000 soldados- a corto plazo y sin crear un vacío de poder que conduzca a ese país hacia el caos. Responsables políticos y militares de la operación están analizando estos días diversos escenarios y todos ellos conducen, según se desprende de los datos facilitados por varias fuentes, a la posibilidad de un repliegue, pero a la permanencia de un significativo número de soldados por un largo plazo.

La Casa Blanca es consciente de que se le ha acabado el tiempo para mantener las cosas tal y como están. A la impaciencia de la opinión pública se ha unido la del Congreso, en el que los propios republicanos exigen ya al presidente un nuevo rumbo. A finales del verano, tras el informe que debe presentar el jefe de las fuerzas expedicionarias en Irak, general David Petraeus, George Bush se verá, muy probablemente, obligado a pactar ese nuevo rumbo.

El Plan Conjunto de Campaña pronostica que no habrá seguridad en Irak antes de 2009

En previsión de esa situación, la Casa Blanca está trabajando intensamente, por vías militares y diplomáticas de forma simultánea, para encontrar las mejores soluciones. Soluciones que tienen que incluir, para satisfacer la ansiedad política del Capitolio, la reducción paulatina de tropas.

El general Petraeus ha advertido que esa reducción no es recomendable mientras los objetivos que se marcaron en esta guerra, es decir, derrotar a la insurgencia y establecer un Gobierno democrático y libre en Irak en un clima pacífico, se mantengan. Esos objetivos exigirían varios años más de guerra y quizá nuevos refuerzos.

Uno de los principales mandos militares norteamericanos en Irak, el general Rick Lynch, jefe de la región del sur, informó recientemente de que requeriría al menos dos años más para asegurar y estabilizar sólo el área de la que es responsable. Ese mismo plazo es el que mencionó el general Walter Gaskin, jefe de las fuerzas norteamericanas en la provincia de Al Anbar, en una conferencia con periodistas la semana pasada.

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El Plan Conjunto de Campaña, elaborado por civiles y militares para revisar la marcha de la nueva estrategia en Irak y que representa el pensamiento de Petraeus, pronostica que no habrá "seguridad sostenible" en Irak antes del verano de 2009.

Pero ese informe, anticipado ayer por The New York Times y que será dado a conocer esta semana, incluye, y aquí está la gran novedad, un nuevo enfoque del conflicto que abre para la Administración opciones distintas de la mera prolongación de la guerra. "Lo sustancial del plan", recogía ayer el Times, "es que las fuerzas norteamericanas no pueden imponer una solución militar, pero sí pueden contribuir a crear las condiciones que hagan posible la reconciliación política". Aunque no lo menciona expresamente, este nuevo enfoque podría permitir una paulatina reducción de tropas.

Así pues, el mantenimiento de los objetivos actuales exigiría la extensión del mismo nivel de compromiso militar durante varios años aún, lo que se antoja inaceptable para los congresistas. Pero una redefinición de la misión, en la línea del plan descrito por Petraeus, favorecería el comienzo de la retirada y sería un balón de oxígeno a los candidatos republicanos que compiten el año próximo.

Esa misión redefinida, tal como la contemplan hoy los analistas, tendría dos frentes: el militar y el diplomático. En el frente militar, los objetivos serían a partir de septiembre la lucha contra los focos de Al Qaeda en Irak -señalada ayer de nuevo por Bush como "el principal enemigo"- y el adiestramiento del Ejército iraquí. En el frente diplomático, el propósito es recuperar el apoyo de la comunidad internacional, especialmente del mundo árabe, para ayudar en la reconstrucción de Irak.

Obviamente, ambos frentes, de concretarse finalmente, requerirían tiempo y esfuerzo, y obligarían seguramente al mantenimiento de un significativo número de tropas por un largo periodo de tiempo. El principal responsable del entrenamiento del Ejército iraquí, el general Dana Pittard, dijo esta semana que, en lo que atañe a su área, sería posible una reducción del contingente norteamericano a partir de la próxima primavera, pero añadió que las fuerzas iraquíes van a necesitar apoyo estadounidense al menos dos años más.

En el ámbito diplomático, el desafío no es menor. Estados Unidos busca respaldos en otros frentes con un discurso integrador muy diferente al que se ha escuchado hasta ahora. Como escribía este fin de semana el embajador norteamericano ante Naciones Unidas, Zalmay Khalilzad, "aunque gente razonable puede discrepar sobre si la coalición debería haber intervenido contra el régimen de Sadam Husein, está claro a estas alturas que el futuro de Irak tendrá un profundo efecto en la región y en la paz y la estabilidad de todo el mundo".

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