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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Debilidad matemática

Un reciente estudio sobre los exámenes y las notas de selectividad del pasado mes de junio en diferentes universidades españolas muestra que las matemáticas siguen siendo la asignatura en la que los alumnos obtienen la nota más baja. A pesar de que globalmente pasan estos exámenes cerca del 90% de los presentados, el porcentaje de quienes aprueban las matemáticas es sólo algo superior al 50%. Es un resultado que no sorprende, dada la experiencia de comparación del nivel de nuestros jóvenes en esta materia con el de los jóvenes de otros países. En el Informe Pisa, que intenta medir las capacidades de los escolares de varios países en ésta y en otras disciplinas, los españoles aparecen sistemáticamente ocupando algunos de los últimos lugares.

Pero no por esperada la conclusión deja de ser preocupante, teniendo en cuenta el papel central que las matemáticas juegan en muchas carreras de ciencias y de ingeniería, y su contribución a desarrollar el razonamiento abstracto y el análisis riguroso y cuantitativo de cualquier fenómeno. Aunque se trata de una materia con dificultades objetivas que requiere un especial esfuerzo, no sería una buena solución rebajar el nivel exigible, ya que eso nos alejaría todavía más de los estándares imperantes en el mundo desarrollado.

Se precisa una revisión del modo en que se enseña esta asignatura y una renovación de métodos y contenidos, sin olvidar que el esfuerzo de abstracción que implica va a contracorriente de una cierta cultura visual y de recompensa inmediata, muy extendida hoy. Es posible, además, que las pruebas de selectividad, en esta materia y en física, estén pensadas para comprobar conocimientos específicos que son muchas veces parte del programa del primer año de carrera, en lugar de centrarse en los fundamentos que permiten un aprovechamiento óptimo de los estudios universitarios.

El mismo estudio muestra otra característica importante en los exámenes de selectividad, a saber, las diferencias en lo que se propone y se exige en función de la comunidad autónoma en la que se realice el examen. Estas diferencias, en algunos casos muy significativas, dificultan que los estudiantes puedan optar a cualquier universidad española en condiciones de equidad. Europa está haciendo un enorme esfuerzo de homogeneización de estudios y exigencias académicas, de forma que pueda conformarse un espacio europeo en el que la movilidad sea fluida y no requiera de trámites de verificación de contenidos específicos. Sería ir en sentido contrario que nuestras propias universidades recorrieran en España un camino inverso hacia la diferenciación en las mismas titulaciones; que no debe confundirse con la necesaria especialización en tipos de estudios a ofrecer y en campos académicos en los que lograr la excelencia docente e investigadora.

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