Más que guiños
Tanto revuelo con el recurso ante el Tribunal Constitucional, tanto envolverse uno en la bandera andaluza, tanto autoproclamarse en único y gran defensor de nuestro Estatuto y resulta que se les van las mejores, como puede ser la ocasión en la que vivimos en la actualidad, en pleno proceso negociador para la confección de los nuevos Presupuestos Generales del Estado de 2007. Aquí se apuntaba cómo en estos días la delegación andaluza, encabezada por el consejero de Economía, José Antonio Griñán, comenzaba a apretar las tuercas para conseguir el nivel inversor necesario por parte del Gobierno central, conforme a lo que indica el marco estatutario actual, esto es, teniéndose en cuenta en peso poblacional de Andalucía.
El mejor método para averiguar si, en este sentido, se ha acertado o no, si se han conseguido los objetivos planteados, es consultar la prensa catalana, en donde este asunto cobra la debida relevancia periodística. Su referencia no es otra que los logros obtenidos y arrancados por Andalucía de modo que no se estarán haciendo mal las cosas cuando para un asunto tan delicado como el del reparto de los recursos públicos nos tienen como objetivo a seguir. Así se puede entender, tal vez, la sonrisa que preside las evoluciones de Griñán quien, haciendo honor a ese calificativo de "el invisible", por su escaso afán a las apariciones públicas, salvo las estrictamente necesarias, se ha movido discretamente por los despachos madrileños y ante el mismo ministro Solbes para que Andalucía tenga lo que le corresponda, incluso, en relación con el pago de la deuda histórica.
Por tanto, mientras continúan las discusiones en torno a si son galgos o podencos, resulta que en la Junta se frotan las manos. Van a contar, si no surgen imprevistos de última hora, como puede ser que los presupuestos no salgan adelante por la falta de apoyos necesarios, con los fondos adecuados para definir políticas propias, a las puertas de unas elecciones autonómicas, de ahí que no sea de extrañar que los de la Junta se conviertan en un verdadero arsenal al que sacar el debido rendimiento electoral en su momento. Se entiende, por tanto, que todos tengan la vista puesta en el mes de septiembre, momento para el reinicio del curso político en el que se anuncian cambios orgánicos para algunos y, para otros, oportunidad para el lucimiento de las cifras inversoras, cuyos flecos se cierran esta semana. En esa tesitura nos moveremos tras las vacaciones, aunque conviene no perder de vista lo que suceda en este tórrido verano. Los hay ya que velan armas dispuestos a no aceptar, así como así, los dictados caprichosos y a la defensiva de determinados gerifaltes políticos que comienzan a lanzar singulares teorías para poder explicar su más que previsible nuevo fracaso electoral.
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