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Reportaje:

Guardianas de la costa

La Junta utiliza tortugas bobas para acabar con las medusas

Rebeca Carranco

Un caparazón vetusto y abigarrado pende de una pared del museo marino del Aula del Mar, en Málaga. Pertenece a una tortuga Caretta caretta, comúnmente conocida como tortuga boba, apodo que le pusieron los marineros por su torpeza cazando peces. La falta de habilidad ellas la solventan comiendo medusas. Por eso la Junta ha pensado en las tortugas bobas para retirar del litoral a estos invertebrados que incordian y provocan eccemas a los bañistas.

La contaminación, la pesca excesiva y el cambio climático propician la proliferación de enjambres de medusas o aguamalas en las playas. Como sus predadores naturales en edades larvarias, los boquerones, las sardinas y los atunes, se pescan para el consumo humano, el único enemigo que les queda es la tortuga boba, que se las come en edad adulta. Pero estos reptiles milenarios se encuentran en peligro crítico de extinción.

La Junta repartirá 800 huevos de tortuga boba este verano entre Cabo de Gata y Doñana

Desde el mes de junio, el centro de recuperación del Aula del Mar ha soltado cuatro tortugas marinas bobas en el litoral andaluz para "contribuir" a la Campaña Medusas 2007 del Ministerio de Medio Ambiente. Un plan de actuación que incorpora, además, una red de observadores voluntarios que avisan de la presencia de los invertebrados, y cinco pesqueros que fondean desde junio la costa.

El biólogo del Aula, Juan Jesús Martín, insiste en que las tortugas por sí solas no son la solución. La protección y recuperación de la especie es sobre todo una necesidad para el "equilibrio del ecosistema".

La tortuga boba es un animal migratorio que se cría en el Mediterráneo Oriental y la costa africana. Llega en mayo a Andalucía desde Florida a través de las corrientes que entran por el Estrecho de Gibraltar, y se queda en España, un área de paso y alimentación, hasta el otoño. Durante este periodo coincide con las medusas.

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Para desovar, necesitan playas silenciosas, sin contaminación lumínica, algo difícil de encontrar en el litoral ibérico. La Junta, en coordinación con los centros de recuperación de especies en extinción, repartirá 800 huevos de tortuga boba este verano entre Cabo de Gata (Almería) y Doñana (Huelva) para que, en un plazo de 10 años, España sea un lugar de cría de tortugas bobas. En la Península sólo se conocen dos puestas de bobas, una en 2001, en Huelva, la otra en Valencia, en 2003.

La contaminación tampoco ayuda a su supervivencia. La primera tortuga boba que llegó al Aula del Mar parecía una "bola de alquitrán gigante", recuerda Martín. La encontró una joven en una playa de Mijas (Málaga) en 1991. "Tenía los orificios respiratorios obturados por placas de alquitrán", explica. Los residuos que tira el hombre también las perjudican gravemente: "Hemos encontrado tortugas muertas con kilos de bolsas de plástico en el estómago que confunden con medusas".

"La solución para disminuir la población de medusas pasa por acabar con la contaminación, depurando sobre todo las aguas residuales y practicando una pesca más responsable", explica Martín. Al fin y al cabo, recuerda el biólogo, el aumento de aguamalas en nuestras costas es consecuencia de la rotura del equilibrio marino.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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