La entrada secreta de la T-4
Desarticulada una red que introducía a colombianos en España por 5.000 euros
"Sígueme". Esa escueta palabra era la que decían dos empleadas del aeropuerto de Madrid-Barajas a los inmigrantes colombianos que entraban de manera ilegal en España. A partir de ahí, iniciaban un corto recorrido por lugares restringidos de la T-4 de forma que eludían los controles policiales. Cerca de nueve meses y centenares de horas de vigilancia ha necesitado la policía para desarticular esta red con 10 miembros, cuyo máximo responsable residía en Durango (Vizcaya).
Los captadores de la organización estaban repartidos por Colombia. Los interesados en entrar en España firmaban una especie de contrato por el que se comprometían a pagar entre 3.000 y 5.000 euros. Como aval, toda la familia y amigos ponían sus bienes a disposición de la banda."Cuando ya tenían todo preparado, les avisaban con gran urgencia y les daban el billete a Madrid. No les daban casi tiempo", afirma un mando de la Comisaría General de Extranjería y Documentación.
El trayecto que seguían los inmigrantes era el mismo: Bogotá-Madrid-Tel Aviv. Así podían permanecer en la zona de tránsito de la T-4 sin levantar sospechas. "Los policías de fronteras vieron que no todos los pasajeros que tenían previsto viajar a Israel subían al avión, por lo que vigilaron esos vuelos. Como sabían que estaban vigilados, los de la organización cambiaron la forma de actuar y la entrada a España la hacían de vuelta de Tel-Aviv", añade un inspector de Extranjería. Los inmigrantes tenían que llamar a un teléfono facilitado por la organización, decir cómo iban vestidos y esperar a ser recogidos.
En general, aguardaban junto a las tiendas libres de impuestos o próximas a una salida de emergencia hasta que se les acercaba una mujer vestida con ropa de calle y les decía "sígueme". La mujer, empleada de Barajas, utilizaba su tarjeta de identidad con banda magnética para entrar en zonas de acceso restringido. "Aprovechaban siempre que los policías de pasaportes no estaban atentos o se encontraban con mucho trabajo para colar a los inmigrantes", explica el inspector. El cliente daba en ese momento unos 600 o 700 euros.
Mientras, los familiares de los colombianos en la zona de facturación entregaban a otra empleada de las tiendas de Barajas, integrante de la red, más dinero (hasta unos 2.000 o 3.000 euros). El resto, hasta los 5.000, era pagado en plazos. Cuando los inmigrantes salían de la T-4, sin maletas ni bultos, se juntaban con sus allegados, mientras una de las integrantes de la banda enviaba por transferencia todo el dinero al jefe de la red, el colombiano José Dorell Zuluaga Amariles.
"A los compañeros les costó mucho identificarlo y seguirlo porque tomaba muchas medidas de seguridad. Dejaba el coche lejos de su barrio y se iba andando hasta su casa para evitar que le siguieran. También cambiaba frecuentemente de móvil", explica el jefe del Grupo VIII de la brigada policial.
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