China progresa
El gigante en emisiones de gases de efecto invernadero, la deslocalización de empresas, la competencia al textil y al calzado español, la inmigración ilegal... China aparece cada vez con mayor frecuencia en la prensa española, pero son demasiadas las connotaciones negativas con las que vamos asociando a este gran país y a un pueblo que trata de salir de uno de los mayores totalitarismos de la historia, sufridos durante el periodo maoísta (1949-1976). Pero ¿alguna vez nos hemos preguntado qué sería del planeta si sus más de 1.300 millones de habitantes no tuvieran las perspectivas de futuro que ha ofrecido el crecimiento económico de China en los últimos treinta años? En España sabemos muy poco de China, si bien lo chino está cada día más presente en nuestras vidas, a través de sus productos, de sus gentes y de su cultura. Pese a ello son todavía escasos los textos escritos por especialistas que han vivido y han tratado de entender la realidad de China, más allá de unos cuantos tópicos o prejuicios.
LA SEGUNDA REVOLUCIÓN CHINA
Eugenio Bregolat
Destino. Barcelona, 2007
438 páginas. 22,50 euros
Eugenio Bregolat (La Seu
d'Urgell, Lleida, 1943), desde su excepcional posición como embajador de España en China en dos periodos (1987-1991 y 1999-2003), va desgranando a lo largo de La segunda revolución china un profundo conocimiento, interés y cariño hacia este país. En el excelente libro que acaba de publicar, analiza los cambios económicos y políticos de China a partir de 1979, con sus idas y venidas, sus avances y sus retrocesos. Las páginas destilan muchos datos económicos y un recuento de las sucesivas etapas de las reformas de Deng Xiaoping, que han llevado a China al mayor crecimiento económico de la historia. Se indican puntos clave como son la apuesta por la alta tecnología, ya que - pese a lo que la gente piense en España- el éxito chino no se debe a los productos de "todo a cien". No en vano, en el año 2005, el 43% de sus exportaciones eran de productos de telecomunicaciones, electrónica y ordenadores.
Un aspecto muy interesante del libro es la comparación con Rusia, en donde también estuvo destinado Eugenio Bregolat, tanto entre 1992 y 1996 como cuando formaba parte de la antigua URSS entre 1974 y 1978. Testigo directo, en su estudio subraya, entre otras circunstancias, la importancia de la calidad del liderazgo chino, así como una estrategia política gradual que ha inclinado la balanza del progreso hacia China. En el último capítulo se abordan las relaciones bilaterales hispano-chinas y se retoma el peso de lo económico ya que, de acuerdo con el autor, "los intereses de España en China son básicamente de tipo económico".
El embajador Bregolat, inmejorable diplomático y sabedor de su oficio, está todavía en activo y, en su afán por subrayar el progreso que China ha experimentado, evita introducir información de episodios vividos en primera persona y de su relación con el hermético sistema político chino. Probablemente esperará otro momento para contárnoslo.
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