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El asesinato de seis policías agrava la escalada de la violencia en Afganistán

Seis policías afganos murieron ayer cuando una bomba estalló al paso de su vehículo, parte de un convoy encabezado por las fuerzas estadounidenses, al sureste de Afganistán, cerca del pueblo de Khost, una zona limítrofe con Pakistán plagada de talibanes. En otro ataque, éste en la sureña provincia de Helmand, falleció un soldado británico y otros dos resultaron heridos. También en el sur, un soldado holandés sufrió graves heridas tras un ataque suicida. Por doquier, la escalada de la violencia en el territorio afgano parece imparable. Los últimos 18 meses han sido los más sangrientos desde que las fuerzas dirigidas por el Ejército estadounidense expulsaron del poder a los talibanes en 2001.

Utilizando las tácticas de la insurgencia iraquí, los talibanes son hoy expertos en poner bombas al paso de vehículos y en cometer atentados suicidas contras las fuerzas internacionales y el propio Ejército afgano. Más de 6.000 personas han sido asesinadas en el país asiático en el último año y medio.

Por su parte, las fuerzas de la OTAN y el Ejército afgano también se atribuyen victorias en su lucha contra los talibanes. Ayer, informaron de que al menos 36 presuntos milicianos talibanes habían muerto en los diferentes enfrentamientos que se produjeron a lo largo y ancho de Afganistán. Los más duros combates se produjeron en la provincia de Uruzgán.

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