Ivanov, el 'tapado' de Putin para el Kremlin
El presidente ruso levanta el velo de su secreto mejor guardado: el sucesor. Todas las miradas convergen en el viceprimer ministro, su favorito
"Seriozh, ven aquí", gritó Vladímir Putin desde lo alto de la camioneta en la que visitaba una explotación agrícola en la provincia de Rostov. Con el diminutivo Seriozh el presidente ruso se dirigía al primer vicejefe del Gobierno, Serguéi Ivanov, considerado hoy favorito para sucederle en el Kremlin.
La televisión, que dio protagonismo a Ivanov y a Medvédev, favorece hoy al primero
En torno a Putin han escalado posiciones numerosos veteranos del KGB
La escena, ante reporteros y cámaras el pasado fin de semana, suponía una exhibición de familiaridad entre dos hombres de 54 años, que se conocen desde mediados de los setenta, cuando ambos, siendo licenciados universitarios, uno en Derecho y otro en Filología Inglesa, trabajaron en la misma sección del KGB en Leningrado (hoy San Petersburgo). En una relación mantenida durante más de 30 años, la confianza tiene que ser un ingrediente y es la cualidad que sitúa a Ivanov a la cabeza de las listas de sucesores.
El sistema presidencialista ruso se ha reforzado desde que Putin llegó al poder en 2000. Para los comicios, que se celebran el 2 de marzo de 2008, se admiten aspirantes hasta mediados de enero, por lo que puede que los candidatos oficiales sólo aparezcan después de las legislativas del 2 de diciembre, y que las candidaturas sean afinadas según las tendencias que en ellas se evidencien.
La cita con las urnas para elegir al jefe del Estado es un híbrido entre la democracia formal existente en Rusia y una monarquía hereditaria. El mecanismo de decisiones del régimen depende hoy de los caprichos del presidente mucho más que en época zarista y soviética, según Dmitri Furman. En comparación con aquellos periodos, la brecha entre la fachada y lo que se oculta tras ella es "abismal", señalaba este analista político, según el cual la realidad es "un presidente sin alternativas, que tiene un poder prácticamente ilimitado e incluso total libertad para nombrar a un sucesor" y la fachada, "una democracia, con división de poderes y un presidente elegido por el pueblo en comicios abiertos y con alternativa".
Los analistas coinciden en que el electorado se regirá por la opinión del popular Putin. Y, como le gustan las sorpresas, es posible que saque un nombre inesperado a última hora. Sobre este fondo de misterio, las listas de presidenciables tienen un valor aleatorio. Los grupos de intereses que han medrado a la sombra de Putin quieren estar seguros de que seguirán en el poder. De ahí que las cábalas combinen los nombres de sus máximos representantes.
En torno a Putin han escalado posiciones numerosos peterburgueses veteranos del KGB: Ígor Sechin, vicejefe de la Administración del Kremlin y presidente de la petrolera Rosneft, que ha engullido el grueso del arruinado imperio Yukos; Víctor Ivanov, asesor de Putin y cabeza del consorcio de defensa Almaz Antéi; Serguéi Chémizov, compañero de espionaje de Putin en Alemania Oriental y hoy jefe del monopolio de exportaciones de armas; Vladímir Yakunin, presidente de los ferrocarriles.
También hay excepciones, gente sin pasado de espía como el viceprimer ministro Dmitri Medvédev, que preside el monopolio del gas Gazprom. Según Nezavísimaya Gazeta, en 2004 siete personas del entorno de Putin controlaban compañías estatales con activos de 222.000 millones de dólares (163.000 millones de euros) y un beneficio de 11.000 millones.
Por su estilo y formación, Ivanov y Putin se parecen, pero con matices. A Putin se le atribuye un mayor conocimiento de la realidad rusa y del ambiente empresarial, gracias a su carrera en el comité de relaciones exteriores de San Petersburgo. Ivanov parece poco interesado en los detalles y tiene una visión más abstracta del mundo. "Cuando era ministro de Defensa [marzo 2001-febrero 2007], aumentó la corrupción y él no lo notaba ni lo quería notar, porque estaba más interesado en los problemas globales, las reuniones con los dirigentes internacionales y su propio papel en la historia", señalaba un especialista en temas militares. Ahora, Ivanov supervisa la industria, ciencia y energía atómica, además de la industria militar.
La carrera de Ivanov se ha desarrollado en gran parte en los servicios de espionaje. Estuvo en Finlandia, Kenia y Afganistán. Siendo ministro de Defensa, agentes del espionaje militar asesinaron al líder independentista checheno Selimján Yandarbíev en Qatar. Un interlocutor de Ivanov se sorprendió por la frialdad que éste mostraba al valorar la vida humana y los métodos del Ejército en las operaciones contra los separatistas. Y como prueba de su indiferencia por el destino de los soldados, se cita su reacción cuando los periodistas le preguntaron por el caso de Andréi Sichov, un joven cuyas piernas tuvieron que ser amputadas por una novatada. Ivanov dijo no saber nada del tema por haber estado "en las montañas".
Ivanov fue partidario de que Rusia apoyara más a Slobodan Milosevic en Yugoslavia, se pronunció por acciones militares preventivas contra Georgia, a la que acusó de dar refugio a los independentistas chechenos, y ha anunciado la fabricación de nuevas armas sin paragón. De ahí que sea considerado un duro por el que Putin apostará si se tensan aún más las relaciones con Occidente. Así piensa un ex alto funcionario del Kremlin, según el cual la candidatura de la distensión corresponde a otro viceprimer ministro, Dmitri Medvédev.
Este jurista de 42 años, responsable de ambiciosos proyectos del Kremlin en agricultura, sanidad, vivienda, educación y demografía, trabajó con Putin en San Petersburgo a principios de los noventa y su candidatura es apoyada por los sectores residuales del equipo de Yeltsin. La televisión, que dio un protagonismo equilibrado a Ivanov y a Medvédev, favorece ahora al primero. Gracias a ello, en los sondeos aventaja a Medvédev como el candidato por el que los rusos votarían si hubiera elecciones inmediatas.
Entre los presidenciables hay otros nombres, como el siberiano Serguéi Sobianin, jefe de la Administración del Kremlin o el peterburgués Serguéi Narishkin, vicejefe del Gobierno. En la oposición está el ex jefe de Gobierno Mijaíl Kasiánov, que sería una candidatura marginal a juzgar por las encuestas, según las cuales el candidato liberal tendría un 7% de los votos y en el caso de que fuera único, algo difícil de esperar considerando las tensiones que sacuden el movimiento La Otra Rusia, liderado por el ajedrecista Gari Kaspárov.
Los analistas han llegado a creer que Putin dejará el cargo en marzo, de acuerdo con la Constitución que prevé un máximo de dos mandatos seguidos. Pero muchos especulan ya con un posible retorno del líder, quien no se opone a extender el mandato presidencial de los cuatro años actuales a siete.
Uno de los guiones de esta operación retorno consiste en enmendar la Constitución durante el mandato de un sucesor dispuesto a contentarse con un breve mandato. Para que el elegido ceda gustoso el cargo, haría falta que estuviera enfermo o que fuera persona de toda confianza del líder saliente.
SERGUÉI IVANOV. Viceprimer ministro
- Conoce al presidente Vladímir Putin desde mediados de los años setenta. Ambos tienen 54 años y trabajaron en la misma sección del KGB
- Ahora supervisa la industria militar y de la energía. Quienes le conocen se sorprenden por la frialdad que muestra al valorar la vida humana
DMITRI MEDVÉDEV. Viceprimer ministro
- Preside el monopolio del gas Gazprom y se presenta como el candidato de la distensión dentro de los partidarios de Putin
- Este jurista de 42 años, responsable de ambiciosos proyectos del Kremlin en agricultura, sanidad y vivienda, trabajó con Putin en San Petersburgo a principios de los noventa
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