El tranvía llega tarde a Boadilla
Fallos de señalización y problemas de seguridad retrasan la apertura del metro ligero del Oeste
El tranvía del Oeste se retrasa. La apertura de las dos líneas del llamado metro ligero a Boadilla del Monte -cuyo trazado discurre en buena parte por el casco urbano- y Pozuelo de Alarcón -con la mayor parte del itinerario vallado y fuera de la zona urbana- estaba prevista a principios del pasado mayo. Dos meses después, el día de apertura es una incógnita. Transportes alega que ambos trazados "están en pruebas" y que faltan ajustes de seguridad antes de su puesta en marcha, para la que no se atreven a fijar una nueva fecha.
En Pozuelo, una señal permite más velocidad de la adecuada, asegura un conductor
El recorrido pasa por delante de la puerta de un parque sin ninguna valla de protección
La concesionaria del servicio, la empresa Metro Ligero Oeste SA, confirma que existen fallos de señalización, cuyos sistemas "se están ajustando", según una portavoz. Tres conductores de los trenes, consultados por este periódico, son más concretos. Indican que se producen caídas de la red eléctrica que impiden a los convoyes circular y fallos en las agujas que marcan la dirección de los tranvías.
El trazado también está en entredicho. La oposición municipal de Boadilla critica que el tranvía de su localidad incluye tramos "que no son seguros", porque los raíles discurren ante centros escolares y de ocio sin vallar. En este municipio, donde está previsto que el metro ligero dé servicio a 27.000 usuarios, el recorrido urbano invade una decena de cruces. En ellos confluyen peatones, tranvía y coches. Y los vecinos no se acostumbran a dejar paso al transporte público.
A la entrada de Boadilla, una línea de semáforos con las luces ámbar intermitentes recibe y despista al visitante. Deben regular el tránsito de coches, peatones y tranvía (este comparte la calzada con los automóviles). "Hay días que los semáforos funcionan bien y otros que no. Cuando uno coge el coche no sabe qué va a encontrar", asegura María Jesús, una vecina.
Desde la Consejería de Transportes indican que está previsto instalar separadores que aíslen las vías en las rotondas y cruces, para facilitar la circulación. Los automóviles cruzan los raíles dentro del municipio en una docena de ocasiones. Desde mayo, en cada uno de esos cruces hay una pareja de operarios con chalecos reflectantes que informan a los conductores de los cambios de señalización (se han prohibido algunos giros a los coches). Además, el tranvía tiene preferencia, pero hay quien lo ignora. "Muchos coches se lo saltan", indicó el lunes uno de los operarios.
Los conductores de los tranvías del Oeste comenzaron los cursos de preparación en febrero. Desde entonces han hecho de forma "ininterrumpida" trayectos de prueba por las vías, según la empresa concesionaria del servicio. Por su parte, un empleado, que controla el tránsito de los trenes en pruebas, comenta que la red eléctrica "no aguanta" y produce fallos en los semáforos "continuamente". Otros dos conductores afirman que la señalización está "mal puesta" en algunos casos. "Junto a la estación de Berna [Pozuelo] la señal indica que se pueden coger 30 kilómetros por hora, pero no se debe ir a más de 10, lleva semanas así y no lo cambian", añade.
En la línea de Boadilla, con 13,7 kilómetros de recorrido y 14 paradas, las vías del tren pasan por delante de la puerta del parque Juan Pablo II. Nada separa la vía del tránsito peatonal. "Es una cuestión de hábito, la gente se acostumbrará", indica la portavoz de la concesionaria. Añade que en estos tramos "la velocidad es muy lenta, no más de 15 kilómetros por hora".
El tranvía también rodea la puerta del instituto Profesor Máximo Trueba. Allí, Transporte quiere colocar vallas de seguridad antes de la apertura definitiva de la línea. Igual que a la entrada de los cines de la parada Ciudad del Cine, donde de nuevo las vías se encuentran con el peatón sin protección alguna.
El trazado del transporte público se adentra por la zona de expansión de Boadilla, en la avenida del Siglo XXI. "Hemos aguantado dos años de obras y esto sigue sin funcionar", asegura un vecino y comerciante de la zona, Miguel Ángel Vicente, que espera que el tranvía "beneficie" a los negocios de la avenida. En su caso, indica, las obras le hicieron perder "más de la mitad de las ventas". En ese tramo de la zona nueva el tren ligero se ha comido el antiguo bulevar, parte de la carretera y "unas 400" plazas de aparcamiento, según Ángel Galindo, portavoz del partido independiente Alternativa por Boadilla, con un concejal en el municipio. "Presentamos una iniciativa para sacarlo fuera de esa zona y mejorar la seguridad vial", asegura.
El PSOE, por su parte, cuestiona que el tranvía sea "el transporte rápido que necesitamos", según Pablo Nieto, portavoz socialista en el municipio (cuatro ediles frente a los 16 del PP). "Todavía no está en marcha, pero se estima que tardará 35 minutos, más o menos lo mismo que se tarda ahora con el autobús", añade Nieto.
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