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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

La Casa de los Italianos

Silvio Santagati (Chianciano, Italia, 1952) ha dado vueltas por el mundo. Fue director de la Escuela Italiana de Belo Horizonte, en Brasil, luego recaló en la de Barcelona, entre 1999 y 2003, y actualmente da clases en un instituto de la provincia de Roma, aunque, por lo que dice, así que pueda volverá a echarse el petate a la espalda. En la capital catalana se interesó por los orígenes y actividades de la colonia italiana y fruto de sus investigaciones acaba de publicar La Casa degli Italiani. Storia della comunità italiana di Barcellona (1865-1936) (Editorial Mediterrània), un libro escrito en italiano que, cuando aparezca la segunda parte en la que Santagati ya ha empezado a trabajar, valdría la pena que fuera traducido, porque es un trozo de historia viva de la ciudad.

El primer germen de una asociación italiana en Barcelona se remonta a finales de 1865, cuando el veneciano Angelo Comello (1825-1879) fue nombrado cónsul de la ciudad y fundó la Società Italiana di Beneficienza e Mutuo Soccorso para ayudar a los miembros de la colonia más desfavorecidos. Explica Santagati que Comello participó activamente en la sublevación veneciana contra los austriacos de 1848, liderada por Daniele Manin. "Esta primera sociedad es claramente de inspiración socialista liberal mazziniana, antes de que se alcanzara la unidad de Italia". Por aquella época la colonia cuenta ya con personajes de relieve: los principales hoteles barceloneses están dirigidos por italianos, en su mayoría procedentes del Piamonte. El Cuatro Naciones, el Oriente, el Café Suizo, el del Liceo, el Grand Hotel d'Anglaterre y más tarde el Grand Restaurant Miramar y el Majestic son propiedad de italianos de la misma zona: está claro que el efecto llamada no es un fenómeno nuevo. Santagati revela en este apartado una curiosidad: la palabra catalana fonda, adoptada también por el castellano, procede de una llamada botiga fonda, por hallarse bajo el nivel de la calle, de un restaurante con alojamiento abierto junto a Santa Maria del Mar por un tal Zanotti... ¡en 1571! Es decir, que la tradición de la hostelería italiana en la ciudad venía de lejos.

Muy pronto a esa sociedad asistencial se suma, en 1882, la de la escuela italiana gratuita. Y ahí se impone un nombre: Adolfo Folchi (1843-1918), un florentino negociante en cristales -una de las lámparas del actual Parlament de Catalunya fue proporcionada por él- que llegó a Barcelona en 1877 y se casó con una rica heredera catalana (fue el bisabuelo del abogado Joan Josep Folchi y de la secretaria general del Parlament Imma). Por esa época arribaron otras familias que han dejado marca, como los comerciantes genoveses Villavecchia o los Pantaleoni, fundadores de la sastrería Modelo. Entre los personajes de finales del XIX que más contribuyeron a la prosperidad de la colonia se encuentra también el tenor Angelo Masini, muy querido en Barcelona, tanto como para que los pasteleros de la ciudad se inventaran un dulce que todavía lleva su nombre (bien es cierto que con una doble ese, error habitual en las transcripciones del italiano al español). También el gran Fregoli y Eleonora Duse, de paso por la ciudad, mantuvieron alguna relación con la colonia. Otro gran momento de la comunidad fue el de la inauguración del monumento a Cristóbal Colón, el 1 de junio de 1888. De hecho, a la Exposición Universal acudieron cerca de 300 expositores italianos.

La sociedad de beneficencia se convirtió en Casa de los Italianos en 1923. "Es interesante ver cómo la institución gira políticamente al compás de la sociedad italiana", afirma Santagati. En efecto, de sus orígenes socialistas en los primeros años veinte la Casa se convierte al fascismo: en 1925 el presidente de la institución pasa a ser también secretario del fascio. Un año antes, Víctor Manuel III y su familia habían visitado la Casa, durante una gira por España en la que debían haber sido acompañados por Mussolini, quien al final permaneció en Roma por las turbulencias políticas causadas por el asesinato del diputado Matteotti.

Por el libro de firmas de la Casa han pasado muchos notables. Los reyes de España Alfonso XIII y Victoria Eugenia estamparon su rúbrica el 1 de diciembre de 1923. Debajó firmó también el jefe del Gobierno, Primo de Rivera, pero esa media página fue arrancada en algún momento. Entre los ilustres visitantes figuran también Francesco De Pinedo e Italo Balbo, aviadores que protagonizaron hazañas transoceánicas muy populares, así como el mítico explorador Luis Amadeo de Saboya, duque de los Abruzos. También firmaron el dramaturgo Luigi Pirandello, el descubridor de la radio Guglielmo Marconi, y los poetas Marinetti -cuya conferencia en el Novedades no gustó- y Ungaretti.

La historia de Santagati se detiene en 1936. "Durante la Guerra Civil la Casa del pasaje de Méndez Vigo estuvo cerrada. No lo tengo confirmado pero creo que fue incautada por los comunistas". Eso formará parte de la segunda entrega en la que también se reseñará, por ejemplo, la compra en 1958 de la villa Guarro de Sarrià, hoy todavía sede de la escuela primaria italiana, o la visita en 1987 de Francesco Cossiga, el cual mientras estaba en la Casa, supo que había sido elegido presidente del Gobierno. 140 años de historia dan para mucho.

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