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Un ataque contra la resolución 1.701 de la ONU

Sólo unos segundos. Nada más descender del coche en Kfar Kila, un pueblo del sur de Líbano en la misma frontera con Israel, dos hombres se presentan amables para preguntar quiénes son los extranjeros. Aclarada la procedencia y profesión, vuelven a sentarse bajo unos árboles. Vigilan. Los ojos de Hezbolá todo lo ven. De ahí que resulte extraño que la preparación de un atentado como el que sufrieron los soldados españoles el domingo 24 de junio pasara desapercibido para la milicia chií.

Aunque no es menos cierto que el Ejército libanés y los 12.000 soldados de FINUL, las tropas de la ONU responsables de mantener el orden en el bastión de Hezbolá, fueron incapaces de evitar el ataque. Son numerosos los analistas que advierten de que todo está listo para otra guerra civil en el país. De ser así, nadie se librará. En la contienda que transcurrió entre 1975 y 1990, las tropas de EE UU y Francia sufrieron espectaculares atentados suicidas que segaron las vidas de cientos de soldados. Los uniformados españoles, y el resto de los militares de 27 países que integran la FINUL, se mueven en una de las regiones más volátiles del planeta.

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Fuentes muy próximas al Gobierno libanés de Fuad Siniora afirman que el atentado contra los soldados españoles en Jiam es, en realidad, el primer ataque contra la resolución 1.701 de Naciones Unidas -que estableció el alto el fuego tras la guerra entre Hezbolá y el Ejército israelí- y contra el despliegue de los 12.000 soldados de FINUL que patrullan el sur de Líbano.

La autoría es una incógnita. En Líbano, los mensajes políticos más importantes se transmiten con explosivos. Al tiempo que todos descartan la responsabilidad de la milicia chií, pocos dudan de que Hezbolá hizo la vista gorda.

La debilidad de Líbano

"Con este ataque y con los cohetes Katiusha que lanzaron hace diez días pretenden demostrar que pueden crear problemas serios en cualquier momento", apuntan las mismas fuentes. Que sea Al Qaeda, algún grupo instigado por Siria o cualquier mano oscura no es lo más relevante. Algo ha quedado claro: las Fuerzas Armadas libanesas -que han sembrado de controles las carreteras sureñas- y las patrullas de la ONU las pasarían canutas si Hezbolá decide pasar a la carga.

Y es que la debilidad del Ejército libanés es notoria. Naciones Unidas difundió días atrás un informe esclarecedor: la frontera entre Siria y Líbano es un coladero. "Los controles son insuficientes incluso en los cruces oficiales, y las patrullas del Ejército libanés no son eficaces... Su objetivo es la defensa del territorio, y no atajar el tráfico de armas", reza el informe. El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, clamó ayer de nuevo en el desierto: "La República Siria, otros Estados de la región e Irán tienen una particular responsabilidad en asegurar que el embargo de armas fijado en la resolución 1.701 sea plenamente respetado".

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