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Un país, dos sistemas

China frena el ansia de libertad de Hong Kong

El Gobierno de Pekín no cumple sus promesas 10 años después del fin de la presencia británica

Cuando en la lluviosa medianoche del 1 de julio de 1997, el Reino Unido puso fin a 155 años de ocupación colonial y devolvió Hong Kong a China, muchos en el territorio y fuera de él se temieron lo peor. Pekín se había comprometido a respetar el sistema capitalista, la independencia judicial y la libertad de expresión y manifestación en Hong Kong durante 50 años, bajo la fórmula un país, dos sistemas, inventada por Deng Xiaoping inicialmente para Taiwan. Pero, ¿qué certeza había de que el Gobierno central iba a cumplir sus promesas, de que fuera del paraguas protector de Londres el centro económico y financiero no iba a ver apagarse su estrella?

Diez años han pasado, y si el espectáculo que se divisa desde el Pico Victoria es un buen indicador, la ciudad vibra más que nunca. Por lo menos desde el punto de vista económico, que siempre fue su prioridad. El bosque de rascacielos no cesa de crecer, decenas de barcos surcan la hermosa bahía, y un enjambre de turistas, muchos de ellos de China continental, dispara sus cámaras digitales hacia el paisaje de cemento, cristal y agua.

Las diferencias entre ricos y pobres aumentan y la contaminación empeora
Pekín teme el efecto de arrastre que una democracia plena pueda tener en el continente

Diputados, analistas y ciudadanos aseguran que Hong Kong ha mantenido un alto grado de autonomía y sigue siendo casi igual de libre que antes. Pero partidos prodemocráticos y activistas critican que Pekín está arrastrando los pies y se niegue a otorgar a los 6,9 millones de ciudadanos de la ex colonia una democracia plena por miedo al efecto de arrastre que pueda tener en el continente.

"En los últimos 10 años, Hong Kong ha continuado prosperando bajo el modelo un país, dos sistemas, desafiando las predicciones más pesimistas realizadas antes de la retrocesión. Es libre, liberal, goza de un Estado de derecho y continúa siendo una ciudad dinámica, global y competitiva", asegura Zhiqun Zhu, profesor de Política Internacional en la Universidad de Bridgeport (Estados Unidos). El producto interior bruto per cápita en Hong Kong es de 27.680 dólares estadounidenses.

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Las relaciones entre ambos lados de la frontera son cada vez más estrechas. Entre 1997 y 2006, el número de empresas chinas que cotizan en Hong Kong ha pasado de 101 a 367; el de visitantes anuales del continente se ha multiplicado por 5,7, hasta 13,6 millones, y el comercio bilateral se ha más que duplicado. Su economía ha crecido a una media del 7,7% en los últimos tres años, el mayor ritmo desde finales de la década de 1980. A cambio, las diferencias entre ricos y pobres han aumentado y la contaminación ha empeorado, principalmente a causa de la vecina provincia de Guangdong.

"Hemos tenido que hacer frente a la crisis asiática [estalló al día siguiente de la reunificación], a la epidemia del SARS, en 2003, o a la gripe aviar", explica un portavoz del Gobierno de Hong Kong, que pide que no se cite su nombre. Una cadena de problemas, que tocó techo con la multitudinaria manifestación del 1 de julio de 2003, en la que medio millón de personas se echó a la calle para protestar contra la situación económica y la pretensión de Tung Chee Hwa, entonces jefe ejecutivo de la región administrativa especial, de introducir una ley antisubversión, que finalmente fue archivada.

La protesta pilló a contrapié a Pekín, que cambió de estrategia, y decidió actuar directamente sobre lo que ocurría en la ciudad. Ese mismo año, dio mayores facilidades a los ciudadanos continentales que deseaban viajar a la ex colonia para impulsar el comercio en la metrópolis. En 2004, realizó su propia interpretación de la Ley Básica (la mini constitución que gobierna el territorio desde 1997), y descartó las elecciones directas para el nombramiento del jefe ejecutivo en 2007 y en las legislativas de 2008, provocando que otro medio millón de personas saliera a la calle para protestar. Y en 2005 sustituyó al impopular Tung Chee Hwa por Donald Tsang.

Tsang renovó el cargo en marzo, al vencer en las elecciones a Alan Leong (el candidato prodemócrata), que contaba con el respaldo del Gobierno central. El jefe ejecutivo es elegido por un comité integrado por 800 personas, afines a Pekín, mientras que sólo la mitad de los 60 parlamentarios del Consejo Legislativo son elegidos directamente por la población. La Ley Básica garantiza las reformas democráticas, pero no estipula claramente cómo ni cuándo deben producirse. Tan sólo asegura que pueden ser consideradas a partir de 2007, y que el objetivo final debe ser lograr el sufragio universal.

Donald Tsang afirma que la implantación del modelo un país, dos sistemas ha sido un éxito. Alan Leong disiente. "En 1997 pensábamos que 10 años después tendríamos sufragio universal. Pero en 2004, el Gobierno central rompió de manera brutal nuestros sueños", dice Leong -que es miembro del Legislativo- en su despacho, en el centro de la ciudad.

"Tanto Pekín como el Gobierno de Hong Kong han fracasado a la hora de responder a las expectativas de la gente sobre la democratización del sistema político. Según las encuestas, entre el 65% y el 70% de los ciudadanos desea el sufragio universal para 2012. Y éste es el objetivo que nos hemos fijado. Para dar al jefe ejecutivo la legitimidad política que debe tener. Un Hong Kong democrático sólo haría bien a China", insiste Leong.

Tsang se ha comprometido a resolver el asunto antes de que finalice su segundo mandato en 2012. Pero Pekín ha dejado muy claro quién pilota el barco. "El alto grado de autonomía de que goza Hong Kong no es algo intrínseco. La autoridad que tenga será únicamente la que le conceda el Gobierno central. La prosperidad económica y el crecimiento sólo pueden ser garantizados con estabilidad social, y viceversa", dijo a principios de mes Wu Bangguo, presidente de la Asamblea Popular Nacional.

El presidente chino, Hu Jintao, llegó ayer a la ex colonia para participar en los actos de celebración del aniversario. Tiene previsto regresar a Pekín el domingo, antes de que comience la marcha convocada en la isla a favor de la democracia. Una marcha que, si los pronósticos meteorológicos aciertan, podría verse aguada por una lluvia similar a la que hace 10 años marcó el paso de Hong Kong de manos británicas a chinas.

El presidente chino Hu Jintao juega al ping-pong, ayer en Hong Kong.
El presidente chino Hu Jintao juega al ping-pong, ayer en Hong Kong.ASSOCIATED PRESS

CHEUNG KWAI / Empleado de almacén "La gente quiere libertad y aquí la tenemos"

Cheung Kwai llegó a Hong Kong en 1958, procedente de la vecina provincia de Guangdong (Cantón). Tenía ocho años. Su familia huía de los avatares políticos en China continental, que Mao Zedong dirigía con puño de hierro. "Entonces Hong Kong era como un pueblo. No había edificios altos. De día ayudaba a mi familia a fabricar bolsas de papel, y por la noche iba a la escuela. Trabajábamos mucho, pero éramos felices", cuenta este antiguo empleado de un almacén.

Se muestra crítico con el Gobierno de Pekín, porque "allí no hay libertad". Y afirma que la mayor parte de la clase media en la ex colonia piensa lo mismo. "Pero la gente, más que democracia, lo que quiere es libertad, y aquí la tenemos. Con los ingleses, tampoco teníamos democracia". Luego reflexiona varios segundos y añade: "Pero quizá la libertad no es posible sin democracia".

TERRY HO / Agente de seguros "Si nos dejan votar, los demás querrán lo mismo"

"Hong Kong es un buen lugar para vivir. La economía va bien, aunque la contaminación ha empeorado en los últimos años". Terry Ho, empleado en una compañía aseguradora, es un enamorado de la ciudad en la que nació hace 32 años. Afirma que se considera hongkonés, aunque reconoce que mucha gente en la ex colonia "siente, cada vez más, que pertenece a China".

Ho dice que le gustaría poder elegir a los líderes políticos. "Sería bueno que la gente tuviera la posibilidad de votar para reflejar lo que piensa y poder presionar. Pero el Gobierno central no quiere darnos este poder por ahora, porque si lo hace, quizá los chinos quieran lo mismo".

Sin embargo, no parece muy dispuesto a manifestarse en las calles para reclamar este derecho. "Le gente simplemente espera. Es la forma de ser en Hong Kong".

E. CHAN / Profesora "Están llegando muchos chinos desde el continente"

"Desde el punto de vista de democracia política, la situación es mejor ahora que con los británicos

[la mitad de los 60 parlamentarios de Hong Kong son elegidos por la población]. Pero hemos empeorado en cuanto a la libertad de expresión. Me gustaría que hubiera sufragio universal", afirma E. Chan, una profesora de 50 años, nacida en el territorio.

Según una reciente encuesta de la Asociación de Periodistas de Hong Kong, el 30% de los 506 periodistas entrevistados reconoció que practica la autocensura. Chan habla deprisa, mientras espera a su hija para ir al médico. A su alrededor bulle la gente en la zona comercial del distrito Central de la isla. "La influencia de China es cada vez mayor, y esto es malo. Y no me gusta la política de inmigración. Están llegando demasiados chinos del continente, y eso crea problemas de vivienda y educación", dice Chan.

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