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Reportaje:

Los fontaneros polacos

Son de Tayikistán Las empresas de Polonia importan trabajadores para cubrir el hueco dejado por los 1,5 millones de locales que han emigrado

Cristina Galindo

Jerzy Zdrzalka, consejero delegado de J. W. Construction, no lo tiene nada claro. "Todos los presos de las cárceles de Polonia no bastarían para construir las carreteras y estadios que se necesitan para la Eurocopa de fútbol de 2012", asegura tajante en el despacho de su empresa en Varsovia. Desde su entrada en la Unión Europea, en mayo de 2004, entre 800.000 y 1,5 millones de trabajadores polacos han emigrado a otros países comunitarios en busca de mejores salarios. Esta fuga laboral ha dejado sin mano de obra a compañías locales como la de Zdrzalka, que acaba de traerse a 200 peones de Tayikistán y Uzbekistán para trabajar en el tajo, y ya planea irse a China para fichar a más empleados.

"Encontrar especialistas es muy difícil, y todavía más retenerlos", explica un empresario
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"Encontrar especialistas para la obra, desde pintores hasta fontaneros, es difícil y, si lo consigues, más difícil es luego retenerlos", se lamenta el ejecutivo, que en los últimos meses ha visto cómo más de un empleado se ha ido a trabajar al Reino Unido. No es de extrañar que algunos piensen en recurrir a las cárceles para cubrir la escasez de trabajadores. El número dos del Servicio de Prisiones de Polonia, Pawel Nasilowski, explicó la semana pasada que las autoridades estudian movilizar a 20.000 presidiarios para construir las infraestructuras necesarias para el mencionado evento deportivo, que Polonia organizará con Ucrania.

A algún malpensado la iniciativa le puede recordar los campos de trabajo forzosos del régimen comunista, pero nada más lejos de la intención del responsable del proyecto. Según Nasilowski, "el objetivo es la rehabilitación de los presos". La participación en el programa sería voluntaria, a cambio de beneficios penitenciarios. "Con los tayikos y los uzbecos, la adaptación está siendo difícil; y no creo que sea muy fácil con los presos. Además, ¿quién los vigilará?", se pregunta el ejecutivo de la constructora.

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Los problemas en el mercado laboral polaco, donde hay un 13% de paro (en España es un 8,2%), se han agravado durante los últimos dos años, y se repiten en todo el este de Europa. Según el Ministerio de Trabajo polaco, 800.000 trabajadores se han ido a otros países de la Unión. Según patronal y sindicatos, el número llega a 1,5 millones. Mientras cientos de miles de polacos emigraban al Reino Unido (700.000), Irlanda (150.000) o España (60.000), miles de empleados han llegado a Polonia, donde la llegada de fondos comunitarios ha multiplicado la inversión. Hasta 2013, Polonia recibirá 65.000 millones de euros.

Llegan de Ucrania sobre todo (más de 300.000), pero también de Rusia y Bielorrusia. A limpiar casas, a trabajar en la construcción, a lo que salga. Muchos polacos han acabado pasando la aspiradora en Dublín y algunos ucranios les han sustituido en Cracovia. Varsovia negocia un acuerdo con India para facilitar la llegada de más informáticos al país y también lo hará con China. Aunque algunas empresas ya han llegado a acuerdos individuales.

Los polacos se van a Londres a ganar más dinero, pero para un chino los sueldos de Varsovia pueden ser más que satisfactorios. "La falta de mano de obra es característica de las economías que crecen rápido, sobre todo en construcción, textil, electrónica, ingenierías, informática y agricultura", explica Jacek Mecina, de la Asociación de Empresarios Privados (Lewiatan), la patronal polaca.

Un informe de Lewiatan muestra que un 43% de las empresas polacas están teniendo problemas porque no tienen trabajadores cualificados (hacen falta unos 300.000 especialistas, según el Gobierno). ¿Qué hacer para evitar la fuga? Para retenerlos, los salarios están creciendo más de lo que solían hacerlo (9% anual, cuando la inflación polaca no pasa del 2%). "Algunas empresas están desesperadas y dan excedencias temporales que facilitan ir un tiempo al extranjero y volver luego", añade Mecina.

Menos optimista es Wieslawa Taranowska en su despacho de vicepresidenta del sindicato OPZZ. Muchos de esos trabajadores importados son ilegales. "El Gobierno no tiene ninguna estrategia en inmigración", alerta. Y los sueldos siguen bajos. El salario mínimo es de 936 zloty (250 euros) y el medio, de 2.600 zloty (700 euros). "El 70% de los polacos trabaja por 1.800 zloty (486 euros) y, si son inmigrantes, la mayoría no gana ni lo mínimo", denuncia.

La huida en masa de polacos tiene consecuencias sociales importantes. "Está habiendo una ola de embarazos no deseados entre adolescentes, cuyos padres se han ido al extranjero y les dejan un poco abandonados", explica la psicóloga intercultural Monika Bilas-Henne. En Uzbekistán y Tayikistán también debe haber más de una familia desestructurada después de que algunos de ellos se hayan visto obligados a mudarse a Polonia para trabajar a las órdenes de J. W. Construction, en cuyas obras el ruso está empezando a convertirse, otra vez y gracias a los inmigrantes del Este, en el idioma internacional.

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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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