Israel anuncia la liberación de 250 presos de Al Fatah
Los 72 segundos del mensaje grabado del soldado secuestrado Gilad Shalit, emitido ayer por el movimiento islamista Hamás, fueron la imprevista antesala de la séptima cumbre de paz que se celebra desde 1996 en Sharm el Sheij. La reunión entre el presidente egipcio, Hosni Mubarak, el rey Abdalá II de Jordania, el primer ministro israelí, Ehud Olmert, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, acabó con un contundente apoyo a este último y con unas conclusiones conocidas en este balneario: buenas intenciones, solemnes discursos, gestos de buena voluntad y la previsión general que las palabras se las llevará el viento del Sinaí.
"Voy a proponer a mi Gobierno que apruebe la liberación de 250 presos palestinos del movimiento Al Fatah", fue de las pocas medidas tangibles anunciadas ayer por Olmert, tras una cumbre que tenía básicamente un objetivo: aislar al Gobierno de Hamás.
La toma de poder de la franja de Gaza por parte del brazo armado del grupo integrista fue suficiente para que Israel y los vecinos Egipto y Jordania escenificasen su apoyo político, económico y militar a Abbas y a su Gobierno, encabezado por Salem Fayad.
Un Ejecutivo que gozará de parte de los 500 millones de euros de los impuestos que Israel retiene desde hace año y medio y en nombre de la ANP. Mientras la Gaza islamista continuará sufriendo el boicot político, la Cisjordania de Al Fatah disfrutará, en palabras de Olmert, "de significativas mejoras en el movimiento de sus habitantes, cooperación económica y de seguridad para que los palestinos vean que hay un horizonte político y que la creación de un Estado independiente es posible".
Puestos de control
En su reunión a solas con Abbas, Olmert se comprometió -enfatizando el término "gradualmente"- a levantar numerosos puestos de control en Cisjordania y entregar armas a los servicios de seguridad de la ANP. A cambio, Israel exige a Abbas que luche "sin excusas y con determinación contra la infraestructura terrorista de Hamás".
Abbas le respondió: "Estamos ante una oportunidad histórica para llegar a la paz y a la existencia de dos Estados (Israel y Palestina) separadas por las fronteras del 67. No desaprovechéis esta oportunidad. Primer ministro, hay que iniciar un proceso político serio con un calendario determinado y claro".
Mubarak, que considera la victoria militar islamista en Gaza como "un golpe de Estado", ha puesto todo su prestigio en los débiles y desprestigiados hombros de Abbas.
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