Al Qaeda en el país de los cedros
Al Qaeda, bien sea directamente o, lo que es mucho más probable, a través de organizaciones asociadas y de grupos afines al movimiento de la yihad global en su conjunto, plantea riesgos y amenazas para la seguridad de los soldados que actualmente desarrollan sus misiones en Líbano como parte de la fuerza interina que Naciones Unidas mantiene desplegada en el sur de ese país tras la guerra entre Israel y la milicia chií de Hezbolá del último verano. Por una parte, el pasado otoño fue el propio Ayman al Zawahiri, segundo en la cadena de mando de la estructura terrorista que lidera Osama Bin Laden, quien mediante un vídeo difundido a través de Internet amenazaba al conjunto de países que habían respaldado la resolución 1.701 del Consejo de Seguridad y decidido enviar tropas a aquel pequeño país del Mediterráneo oriental, amenaza que incumbía a España.
Por otra parte, en Líbano existen campos de refugiados palestinos y es conocido el interés de Al Qaeda por inocular entre sus moradores, carentes de las debidas oportunidades vitales y a menudo en la desesperación, la impronta de un salafismo yihadista que ofrezca un nuevo sentido a sus vidas y permita a los emprendedores del terrorismo global entrometerse cada vez más en la causa que personifican. Fatah al Islam, grupo establecido en el otoño de 2006, precisamente en campos palestinos al norte de Líbano, al cual se han sumado individuos procedentes de otros países de Oriente Medio y el Golfo, está influenciado por Al Qaeda o dispuesto a una entente de mutua conveniencia con la misma. Un vídeo difundido a finales de mayo por el comité de Al Qaeda en Al Shams, es decir la Gran Siria, en websites islamistas con contraseña de acceso, avalaría la adscripción de Fatah al Islam a su común urdimbre terrorista.
En febrero, miembros de dicho grupo perpetraron un atentado contra dos autobuses urbanos en un barrio cristiano de Beirut, matando a tres personas y causando lesiones a 20. Más recientemente, desde Fatah al Islam se venían profiriendo amenazas hacia los componentes de la fuerza internacional de cascos azules en el sur de Líbano e incluso se habían hecho con información sobre desplazamientos habituales de tropas extranjeras en ese ámbito. También en mayo de este año, el diario en lengua árabe Al Hayat, publicado en Londres, ofrecía una entrevista con su denominado jefe militar, Shihab al Qaddur, quien decía: "Se abrirán todos los frentes" si los ataques contra su grupo por parte del Ejército libanés no cesan y añadía: "No tenemos intención de atacar FINUL en el sur mientras esas fuerzas no nos ataquen". Pero son muchas las interacciones entre el Ejército libanés y los cascos azules como para que alguna no les lleve a justificar atentados.
Conviene no olvidar que desde finales de los noventa existía ya en Líbano un grupo afiliado con Al Qaeda, concretamente Asbat al Ansar, que hacia el término de esa década mantuvo también enfrentamientos con el ejército nacional en las áreas montañosas situadas al norte del país. Su máximo dirigente era precisamente un palestino y el grupo se encontraba estos últimos años carente de recursos y confinado en algún campo de refugiados, sin aparente apoyo de sus habitantes. Pero entre 2000 y 2005, más de sesenta individuos relacionados con Al Qaeda fueron detenidos o abatidos en Líbano. Es más, desde inicios de 2006 existen informaciones sobre la infiltración en el mismo de redes yihadistas relacionadas con el entonces líder de Al Qaeda en Irak, Abu Musab al Zarqaui, que habrían adquirido cierta capacidad operativa en el país, en principio para actuar contra Israel pero sin que nada asegure que fuera a ser sólo así.
Algo más, sin duda ilustrativo. Durante los cruentos enfrentamientos mantenidos por Fatah al Islam y el Ejército libanés hace pocas semanas cerca de Trípoli falleció uno de los individuos, de nacionalidad libanesa, sobre quienes recaía una orden internacional de busca y captura por la frustrada tentativa de atentar contra un tren de pasajeros en Alemania en julio de 2006. Esta transnacionalización de actividades terroristas a partir de Líbano no es episódica y se inscribe en la descentralización elástica que caracteriza hoy al complejo movimiento de la yihad global. En campos de refugiados palestinos como los de Nahr el Bared y Ain el Helué, por ejemplo, se está proporcionando acogida, adoctrinamiento y entrenamiento en el uso de explosivos o el manejo de armas ligeras a individuos de diversa procedencia, aunque sobresalen saudíes y argelinos, que se preparan para perpetrar atentados yihadistas o convertirse en terroristas suicidas, dentro o fuera de Líbano.
Fernando Reinares es catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos y miembro del Council on Global Terrorism.
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