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Columna
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Geli de guardería

El pasado jueves, la consejera de Salud, Marina Geli, hizo unas declaraciones a La Vanguardia sobre el colapso de las consultas de pediatría. Geli cree que la culpa de tanta visita al pediatra, sobre todo a urgencias, se debe a "los cambios sociales". Es decir, a que "los padres y madres trabajan y no pueden llevar al niño al médico en horario normal, o a que hoy en día se exige bienestar y resultados inmediatos". También dijo que muchos padres "llevan al niño al médico al menor síntoma por la tarde o por la noche, porque quieren seguridad inmediata de que está bien o porque al día siguiente deben trabajar y no podrán quedarse con el niño en casa o llevarlo al médico si empeorara". Finalmente, apuntaba unas soluciones. Pedía que se adopten "hábitos de vida más saludables, que eviten problemas de salud", como "la obesidad y los trastornos de conducta, consumo de drogas y accidentes, porque son otras patologías prevenibles que se han multiplicado en las consultas infantiles estos últimos años".

Todos lo sabemos. Lo primero que hacen algunos progenitores debiluchos cuando sus hijos no están bien es correr a urgencias por si es grave. Les asusta ver a sus pequeños con fiebre o dolor. Pero hay que empezar a controlar tanta inmadurez. No es lógico que, como bien dice Geli, cuando les parece que el niño está mal "exijan bienestar inmediato". (En fin, no es que lo exijan, es que lo desean, son así). Y no es lógico que quieran, como también apunta, "la seguridad inmediata de que está bien". Con lo solidario que sería que se quedaran unos días sufriendo con la incertidumbre.

Por lo tanto, lo que hay que hacer es dejar al bebé en la cunita llorando toda la noche a ver si se le pasa. Y al día siguiente, ya en un horario "normal", se pide permiso para no ir a trabajar (por ejemplo, al Departamento Salud) y se lleva al niño al doctor. Claro que si un padre no lleva a su retoño a urgencias inmediatamente con la excusa de que esa hora no es "normal", puede poner en riesgo su vida y le pueden retirar la custodia. Pero hay soluciones. Mientras no llega la hora "normal" de ir al médico, siempre se pueden probar métodos alternativos. Por ejemplo, la brujería. No cuesta nada contratar a un hechicero para que haga un ritual.

Desde luego, cambiar esto nos costará tiempo. Como les digo, la mayoría de padres se empeñan en llevar al crío a urgencias cuando creen que está enfermo (ya sea en una hora normal o anormal). Y, con padres así, es lógico que los niños salgan flojos. ¡Con lo educativo que sería dejarles con la fiebre toda la noche! Así, de mayores, ya estarían entrenados para ser trabajadores autónomos. Todo el mundo sabe que los trabajadores autónomos sólo nos ponemos enfermos en vacaciones.

Pero, además, como Marina Geli ha apuntado, lo más grave es que muchas de las visitas a urgencias son por malos hábitos como obesidad, accidentes y drogas. Y si es así, no es justo colapsar el servicio. Por eso, no estaría de más que los padres, cuando sus bebés se ponen enfermos, se detengan un momento y se hagan unas preguntas necesarias. Estas preguntas son: ¿Mi bebé lactante está obeso mórbido? ¿Fuma? ¿Cuántos paquetes? ¿Se droga con sus amiguitos de la clase de los Bambis? ¿Este accidente que ha tenido es por causa de no llevar chichonera o por causa de los estupefacientes? Porque tener unos ciudadanos más rudos, más fuertes y más aguerridos también está en tus manos. Colabora.

moliner.empar@gmail.com

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