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Reportaje:

Teatro a degüello en Matadero

Mario Gas estrena el domingo en el nuevo espacio madrileño su montaje de 'Mahagonny', de Bertolt Brecht y Kurt Weill

Las épocas se suceden y se transforman, en ocasiones para regresar a su pasado. No hay una amenaza visible de fascismo en estos días, pero es tiempo de amenazas y reflexión. Se diría que es un buen tiempo para asomarse al mundo que Bertolt Brecht y Kurt Weill plasmaron en su célebre Ascensión y caída de la ciudad de Mahagonny, representada por primera vez en Leipzig, en 1930, en otro periodo de confusión y temores.

Casi un centenar de profesionales coinciden en el escenario de 36 metros de embocadura
Fue recibida con inquina por los nazis desde su estreno en Leipzig en 1930
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Brecht & Weill, Sociedad Limitada

Los dos genios de la escena alemana -el dramaturgo comprometido con los problemas de la clase obrera y el músico transversal que operaba con toda clase de influencias- fueron representantes y víctimas de los años que configuraron la irrupción del nazismo y sus trágicas consecuencias posteriores. Mahagonny clava esos años tempestuosos. Fue recibida con inquina por los nazis desde su estreno en Leipzig y se celebró como un acontecimiento extraordinario pocos meses después, en su presentación en Berlín. Su celebridad se mantiene hasta hoy, pero su recorrido estuvo marcado por la censura y la prohibición. Cuando Hitler llegó al poder en 1933, no había espacio para obras tan inclementes con la corrupción y el abuso de poder como Mahagonny. Desapareció de escena hasta después de la II Guerra Mundial, y aún después mereció la sospecha de los ganadores. Brecht era un rojo y Weill representaba la vanguardia, el compromiso y la fascinación por una América que no mezclaba bien con el ultraderechista ideario mccarthista. Pero el valor de las grandes obras se agranda con las dificultades y el paso de los años.

En otro momento crítico de la historia, Mahagonny llega a Madrid. El montaje de Mario Gas, con un apabullante elenco de actores y músicos, se estrena el domingo en el renovado Matadero, símbolo reconstruido de otro tiempo. El abrumador espacio que sirvió durante décadas como desolladero de reses, se ha convertido ahora en la gran apuesta cultural del Ayuntamiento de Madrid. El enunciado de la apuesta es más potente que la realidad que se ha observado hasta ahora. Desde esta perspectiva, Mahagonny puede interpretarse como la génesis de un proyecto que se ha dado un considerable plazo para concretarse: el año 2011.

Tres naves del Matadero acogerán las artes escénicas. Llevan el nombre de Naves del Español. En una de ellas se representará Mahagonny, el desafío que Mario Gas, director del Teatro Español, se ha impuesto para este verano. Enfrentarse a una obra decisiva del siglo XX en un espacio de estas características es "una hermosa metáfora, digna de brecha: hacer espectáculo en vez de matar animales". A esa arquitectura que ahora acoge a las artes no le faltaba un cartel que también puede interpretarse como una metáfora. "Sala de degüello", se informaba de una de las dependencias donde el teatro cobrará vida. Y algo de degüello tuvo la colaboración de Brecht y Weill en el final de los años veinte y en el comienzo de la siguiente década. Sus comprometidas visiones de la política actuaban a modo de navaja para los sectores más integristas, y especialmente para el incipiente nazismo que comenzaba a campar por las ciudades alemanas.

Mahagonny, de la que el Teatre Lliure hizo una versión memorable en febrero de 1977, con dirección de Fabià Puigserver (el Liceo representó otro montaje en 1971), cuenta la historia de tres fugados de la justicia estadounidense a finales de los años veinte del siglo pasado. Terminan por detenerse en un lugar ignoto, al que denominan Mahagonny, una especie de ciudad del pecado donde abrevan buscadores de oro, prostitutas, borrachos y jugadores. Apoteosis de la corrupción, o de una deliberada república de la corrupción, Mahagonny representa las vilezas y las contradicciones de una nueva sociedad. No se sabe si es posible una traslación de aquel primer tercio del siglo XX, con todas sus esperanzas y amenazas, a este tiempo caracterizado por nuevos terrores, pero cabe pensar que sí, que la ópera de Brecht y Weill siempre se mantendrá vigente.

"En el fondo es una reflexión neorromántica y nihilista, a partir del cabaré, sobre los regímenes capitalistas. Es pura carga ideológica sobre la relación del ser humano con los poderes políticos y económicos más preclaros del siglo XX. En todo momento he querido potenciar su carga poética, lúdica y expresionista", apunta Mario Gas, que tiene unas altísimas expectativas sobre la obra. "Quería una compañía de 40 divos y un equipo técnico de primer nivel internacional. Me siento afortunado porque lo he conseguido", concluye.

Casi un centenar de profesionales coinciden en el escenario de 36 metros de embocadura. Entre los actores encontramos profesionales provenientes del mundo del teatro y de la lírica, como Constantino Romero, Teresa Vallicrosa, Mónica López y Antoni Comas. Manuel Gas, hermano de Mario, dirige la orquesta, integrada por 35 músicos. No faltan nombres esenciales de la escena y el cine español, como Javier Aguirresarobe, que estará al frente del equipo de iluminadores junto a José Miguel López Sáez. Del vestuario se encargará Antonio Belart, y Álvaro Luna será el responsable del montaje audiovisual. La escenografía es obra de Jean-Guy Lecat, conocido por el éxito de su trabajo en montajes de Dario Fo, Samuel Beckett o Jorge Lavelli.

"Esta obra es la gran simbiosis entre música culta y popular unida a un teatro que ofrece múltiples formas poliédricas, pero por encima de todo laten conflictos de personas que sienten amor, miedo, desprecio y ganas de seguir hacia adelante", dice Mario Gas, perseguidor de este espectáculo desde hace muchos años. "Yo creo que es una ópera, pero concebida en un momento muy determinado por dos autores que se inventaron un código, donde Weill echa mano de la música popular con un mestizaje entre voces de diversa procedencia".

Un momento del ensayo de <i>Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny</i> ayer en el Matadero.
Un momento del ensayo de Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny ayer en el Matadero.CRISTÓBAL MANUEL
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