Turistas en el palacio de las psicofonías
La Casa de América abre al público el hogar de los marqueses de Linares, marcado por una leyenda de fantasmas
Mucho patrimonio y pocos fantasmas. A partir del domingo, el público podrá subir la escalera de mármol de Carrara del misterioso palacio de Linares, admirar los frescos de sus techos y los mosaicos de sus paredes. En cuanto a los ectoplasmas...
"¡No digas tonterías, niño!", le dijo su abuelo al actual marqués de Linares, Antonio Martín de Santiago-Concha, de 88 años, cuando tenía ocho y preguntó por los fantasmas. El marqués inauguró ayer la visita guiada que la Casa de América ofrecerá en grupos de 20 y por seis euros a 120 turistas semanales para ver las salas que llevan escondidas en plena Cibeles desde 1884. Las mismas en las que se grabaron en 1990 las famosas psicofonías que recogían voces de fantasmas.
El vídeo que introduce la visita, narrado en primera persona por el propio palacio, coquetea con las leyendas que rodean al edificio. "Nada está demostrado, pero no queríamos quitar ese punto de recreo", dice la directora de Patrimonio de la Casa de América, Laura Demaría.
Cuenta la leyenda que el marqués de Linares que mandó construir el palacio, José de Murga, se enamoró perdidamente de Raimunda, hija de una humilde cigarrera (la realidad dice que la novia aportó más de 200.000 pesetas de dote). Al morir su suegro se descubrió que Raimunda era su hija ilegítima y se había casado con su hermanastro. El matrimonio consiguió una bula papal para vivir juntos pero en castidad, cada uno en un piso del palacio. Según el actual marqués, lo de la bula es un bulo de alguien que los malquería.
Sea como fuere, la pareja adquirió el solar en 1872 por 400.000 pesetas. Dieciocho años después se mudaron. Sobrio y afrancesado por fuera, en el edificio proyectado por Carlos Colubí "la sorpresa está dentro", según Demaría: "El interior es un escaparate de la riqueza de la nueva burguesía".
El palacio recupera su espectacular entrada de Cibeles: tras cruzar un zaguán adoquinado de madera de las Indias (para amortiguar el ruido de los caballos) aparece la increíble escalera de Suñol.
Dentro, la decoración va del rococó al orientalismo. Hay 27 chimeneas, lámparas de araña, artesonados, suelos de mosaico, sedas pintadas, frescos mitológicos de artistas como Francisco Pradilla, Casto Plasencia o Alejandro Ferrant. También hay salas discretas, ya que éste fue el hogar de los marqueses hasta su muerte. Al no tener hijos, heredó una ahijada.
El palacio estuvo habitado hasta 1960, fue sede de empresas y estuvo a punto de ser derribado hasta que se convirtió en Casa de América en 1992.
Según la leyenda, sí hubo una hija que falleció y pululó por los pasillos. También dicen que los perros no entran en la capilla y que hay un bebé enterrado en el jardín. El morbo ayudará a que el público se acerque, pero la riqueza del palacio de Linares es más prosaica. El edificio es un exponente de los aires cultos y exquisitos que trajeron las clases altas del XIX. En el salón de té, todo se trajo de China; en la capilla, un dispositivo caía del techo para bautizar, y en el salón de baile, se retiraba un panel para que la orquesta no estorbase a los danzantes. Una elegancia no tan cómoda, según el actual marqués: "Aunque tuviese la fortuna de Bill Gates no viviría aquí, lo veo muy complicado", dice del palacio de tres pisos que no tiene cocina, ya que los marqueses encargaban a diario la comida a un conocido restaurante.
Visitas guiadas. Reservas en www.casamerica.es y en el 91 595 48 00
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