Pendientes de que toque la bolita
Los sorteos de viviendas protegidas se han convertido para muchos jóvenes en la única opción para conseguir un piso, emanciparse e iniciar en solitario o con pareja su proyecto vital. Los expertos calculan que los jóvenes abandonan hoy el hogar familiar diez años más tarde que la generación anterior porque no pueden acceder a un piso.
El Ararteko y el Departamento de Vivienda se enzarzaron la semana pasada por la conveniencia o no de seguir aplicando esta fórmula para adjudicar los pisos. El Defensor del Pueblo Vasco recomendó su supresión porque considera que es un sistema injusto porque, en muchas ocasiones, las viviendas no van a parar a los ciudadanos que más las necesitan. Mientras, desde la consejería se sostiene que los sorteos son "un mal necesario" frente al sistema de baremación que plantea el Ararteko. Los sorteos permiten, según el departamento, que en una misma zona puedan convivir dueños de una vivienda protegida, con propietarios de una vivienda libre e inquilinos de pisos sociales. "No se crean los guetos que pueden darse con un sistema de baremación", resalta.
Miles de jóvenes fían todas sus posibilidades de acceder a un piso a la suerte que les deparen los sorteos de VPO
Tres jóvenes vitorianos cuentan a continuación su historia y sus desvelos con la vivienda. Su perfil podría asemejarse al de cualquier joven de la comunidad autónoma, que lleve varios años tentando la suerte en los sorteos de viviendas organizados por el Gobierno vasco y los ayuntamientos, esperando que su bolita salga premiada. Dos de ellos llevan seis años inscritos en el Servicio Vasco de Vivienda-Etxebide (a una media de dos sorteos por años) y otro sólo dos porque ha prolongado los estudios.
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