Radiografía de la abstención
Políticos y expertos han empezado a tomarse en serio el problema de la baja participación en las elecciones en Cataluña
Minutos después de que finalizara el recuento electoral, en las sedes de los partidos se escenificó el mismo ritual de siempre. Unos se vanagloriaban de los resultados cosechados, mientras que otros se apresuraban a maquillarlos. Era la rutina de una típica noche de comicios, pero esta vez había un dato diferente. Aquel 27 de mayo la palabra abstención pesaba más que nunca en el ambiente. Sólo el 53,8% de los catalanes habían acudido a las urnas, la tasa de participación más baja registrada en todo el Estado.
Los candidatos torcieron el gesto, se repartieron las culpas y prometieron solemnemente que se pondrían a trabajar para derribar el muro que parece haberse levantado entre la clase política y la ciudadanía.
El 27-M sólo fueron a las urnas el 53,8% de los votantes, el índice de participación más bajo del conjunto de España
"Tenemos un problema muy grave que tiene difícil solución. No hay una fórmula mágica para acabar con la abstención", dice un experto
Lo que ocurrió el domingo forma parte de una tendencia negativa que empezó en el referéndum del Estatuto en junio de 2006 y continuó en las elecciones autonómicas de noviembre de ese mismo año, cuando sólo acudieron a las urnas el 56% del electorado. ¿Por qué los catalanes no votan? Para tratar de responder a esa pregunta, el Departamento de Participación Ciudadana -dependiente del ecosocialista Joan Saura- ha encargado a un grupo de expertos la elaboración de un estudio que dé con las causas de la abstención. No habrá un diagnóstico hasta finales de año, pero ya hay dos conclusiones claras: no hay un solo culpable de la abstención y no existe una fórmula mágica para acabar con este fenómeno.
"Hace años la gente que no votaba se avergonzaba y lo ocultaba. Ahora es al revés. Parece que votar es síntoma de que no eres lo suficientemente inteligente como para ver que las cosas funcionan mal". El politólogo y director general de Participación Ciudadana, Quim Brugué, es uno de los integrantes del grupo de trabajo y afirma que en el fenómeno de la abstención la responsabilidad debe ser compartida entre los políticos, los ciudadanos y los medios de comunicación. "Se busca el espectáculo. No puede ser que se le dé más cobertura al incidente de la corona de espinas, por ejemplo, que a la aprobación de unos presupuestos generales", afirma. "Los medios deberían reflejar la actividad política del día a día y alejarse de las declaraciones fuera de tono que sólo sirven para hacer titulares", añade.
Dicen los expertos que la abstención no tiene por qué expresar necesariamente un desacuerdo con el sistema. Esta protesta se expresa sobre todo a través del voto en blanco, que la ciudad de Barcelona sumó 24.754 papeletas. Votaron 611.941 personas. Pero prefirieron quedarse en casa 622.370. "Tenemos un problema muy grave y carecemos de la fórmula mágica para ponerle remedio. Lo positivo es que nos hemos dado cuenta a tiempo. Pero hay que solucionarlo porque la abstención es un síntoma de debilidad de la democracia", afirma Brugué.
La Generalitat ya encargó un estudio similar después del fracaso de participación registrado en las elecciones autonómicas. Los resultados dejaron al descubierto algunas evidencias: los abstencionistas son mayoritariamente jóvenes, se sienten alejados de las instituciones y viven en ciudades.
"Hay una evidente falta de conexión entre los políticos y los ciudadanos. Por ejemplo, cuando una persona coge un autobús debe saber que disfruta de ese servicio porque hay un Ayuntamiento detrás que lo hace funcionar. Por eso su voto es importante", explica Joan Botella, catedrático de Ciencia Política de la UAB.
Los expertos coinciden en que la solución pasa por abrir un debate entre políticos, ciudadanos y medios de comunicación. "Pero hay muchas cosas que se podrían mejorar ahora mismo. Flexibilizar los horarios a la hora de ir a votar o agilizar el voto por correo", señala Botella.
El polítologo Miquel Caminal considera que la democracia catalana está "adormecida", un síntoma que, en su opinión, no es necesariamente negativo: "Prefiero una democracia aburrida como la nuestra a una democracia crispada como la española o una democracia estresada como la francesa", indica.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.