"El matrimonio entre política y ciudadanía va mal"
"Todos los políticos son malos", suelen afirmar los ciudadanos para justificar su negativa a acudir a las urnas. "Ésa es una afirmación muy simple. Hay que huir de ese tópico de una vez por todas", sostiene Quim Brugué.
"La relación entre la clase política y la ciudadanía es como un matrimonio que va mal", agrega. ¿Cómo allanar el camino hacia la reconciliación? "El político debe demostrar que es fiable con más transparencia administrativa. Es decir, enseñar qué cobran y pasar cuentas a la gente todos los años de lo que han hecho y no han hecho. Deben ser capaces de demostrar que son fiables", abunda Brugué.
La clase política debe cambiar su manera de comunicarse con el ciudadano, según Francesc Pallarés. "No deben entrar en el juego de declaraciones y contradeclaraciones entre ellos mismos. Para ellos eso es muy fácil. Pero deberían explicar las políticas del día a día. Claro que eso no es sólo culpa suya, porque parece que los ciudadanos demandan ese estilo de hacer política. Los ciudadanos deberíamos ser más maduros", asegura.
La primera reacción de los candidatos tras conocerse los resultados fue la de lanzarse acusaciones cruzadas sobre quién tenía más culpa de la baja participación. "Desde luego, no es el camino. Deben tomárselo muy en serio y empezar a trabajar mañana mismo para ganarse la confianza de la gente", explica Brugué. "Todo eso forma parte del mismo espectáculo mediático de siempre", afirma Pallarés.
Miquel Caminal considera que, hoy en día, "estamos en una democracia de audiencias", un modelo en el cual "el ciudadano es un espectador y los políticos quieren audiencia". "Si el espectador quiere distraerse busca baja calidad", indica Caminal. "El futuro deseable es que la democracia sea de los ciudadanos" y que, en este modelo, "el alcalde y el presidente de la Generalitat sean el primer ciudadano", añade.
La desafección política que sienten los catalanes es más pronunciada que en otras comunidades autónomas, según Joan Botella. "En Madrid sólo hay dos partidos y el ciudadano se lo toma casi como una carrera de caballos. Aquí, en cambio, todo depende de pactos y negociaciones, y eso hace que la gente se lo tome con más distancia".
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