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Reportaje:El futuro de Europa

Sarkozy: arreglos a toda máquina

Los primeros gestos de Nicolas Sarkozy, incluido el que figura de modo explícito (en forma de bandera) en su fotografía oficial, han sido hacia Europa. El mismo día de su toma de posesión viajó a Alemania para entrevistarse con Angela Merkel e intentar recomponer la locomotora franco-alemana; dos días antes había recibido en París al primer ministro británico, Tony Blair, y el miércoles acudió a Bruselas para dar a conocer su proyecto de tratado simplificado, que permita desbloquear la construcción europea frenada por el no francés y holandés al Tratado Constitucional.

El Sarkozy candidato tenía ideas muy precisas sobre Europa. El rechazo a la entrada de Turquía fue su bandera más vistosa y también la más problemática desde el punto de vista de Bruselas; donde, en cambio, les tranquilizaba que haya descartado convocar un nuevo referéndum para replantear la Constitución.

El presidente francés quiere sacar a la UE de su bloqueo institucional con un minitratado

En cambio, las críticas del presidente francés al Banco Central Europeo (BCE); sus exigencias de que los Gobiernos puedan incidir en la política monetaria; sus peticiones de insertar objetivos sobre empleo y crecimiento económico entre las tareas exigibles al BCE, además de la estabilidad de los precios, levantan ampollas no sólo en Bruselas, sino también en muchas capitales de la UE, especialmente en Berlín.

El tratado simplificado que propone el nuevo presidente francés recoge los principales elementos institucionales del no nato Tratado Constitucional Europeo con el fin de permitir un funcionamiento eficaz. Se trataría, como dijo el propio Sarkozy, de un "Niza II", en referencia al tratado que fijó el sistema institucional todavía vigente en la UE. Lo más importante es el concepto de la doble mayoría para tomar decisiones, combinando el número de Estados y el peso demográfico de los mismos; así como una presidencia estable del Consejo Europeo, la creación de un puesto de responsable de Exteriores europeo y la ampliación de las cuestiones que pueden decidirse por mayoría cualificada.

Por el contrario, Francia renuncia a imponer la Carta de Derechos Fundamentales. El argumento del Elíseo es que todo lo que pueda representar un problema para desbloquear la actual situación, especialmente en el campo de los símbolos, carece de importancia; por lo menos en una primera fase.

El pragmatismo y el convencimiento de que es necesario actuar "deprisa para encontrar una solución a la crisis institucional en Europa", como señalaba el portavoz de Sarkozy Davis Martinon, se aplica también al tema de Turquía. Francia no se opondrá a que la UE abra tres nuevos capítulos de negociación con Ankara.

El Elíseo reconoce que el tratado simplificado debe abrirse camino. "Hemos registrado divergencias de posiciones, y es normal", admitía Martinon. Por una parte, ciertos países como el Reino Unido, quieren un texto minimalista, mientras que otros, especialmente los 18 que ya han ratificado el tratado, desean atenerse lo más posible al texto original.

Sarkozy es un presidente que está todavía "habitando" el cargo, y que se construye sobre la marcha. Quienes le consideraban como un hombre demasiado ideologizado, un neoconservador de convicciones, admiten que sus primeras medidas -su Gobierno, sus gestos, la escenificación del poder-, tiene mucho más de pragmatismo que de ideología.

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