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Columna
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Un tipo honesto

Cuando hace 12 años el Festival de San Sebastián quiso rendir tributo a Paul Newman, el actor declinó la invitación. Para que nadie se ofendiera incluyó en su respuesta copia de una carta que había enviado al presidente Clinton en la que rechazaba un homenaje de la Casa Blanca: "Espero que sean ustedes comprensivos con esta decisión, que nos permite a mi mujer y a mí dedicarnos a las flores". Es decir, Newman ya se había retirado del mundanal ruido, aunque aún no del espectáculo. Tras 10 nominaciones a lo largo de su carrera logró por fin un Oscar en 1987 por El color del dinero, y fue de nuevo nominado por Camino a la Perdición; luego reapareció en Broadway interpretando Nuestra ciudad, una de sus obras preferidas, y finalmente ahora ha decidido bajar la persiana, tras una trayectoria de éxitos como actor y director de teatro y cine.

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Paul Newman se despide del cine

Debutó en Broadway en 1953 en Picnic, trabajo por el que fue premiado. El cine, claro está, le llamó enseguida. Dijeron de él que se parecía a Marlon Brando, un sambenito que le persiguió durante años. Ello no sólo se debía a que ambos actores fueran dos atractivos, adorados por el público femenino, sino que sus maneras de interpretar tenían puntos en común, nacidas de su experiencia en el Actors Studio. También eran parecidos en su afán de independencia. Aunque en la carrera cinematográfica de Newman aparecen inevitables títulos menores, pocas veces se ha comprometido con algo en lo que no creyera. Por eso su filmografía es tan coherente. Adaptaciones de obras de Tennessee Williams, Marcado por el odio, El Zurdo, El buscavidas, Hud, Harper, La leyenda del indomable, Dos hombres y un destino, El golpe, El juez de la horca, las difíciles películas de Robert Altman... Como director de cine ha intentado tratar honestamente de lo que a él le interesa: Raquel, Raquel, Casta invencible, La influencia de los rayos gamma en las margaritas, El zoo de cristal, Harry e hijo (en la que parecía rendir cuentas con su hijo Scott, muerto por sobredosis en 1978 a los 28 años), son en su mayoría películas intimistas sobre personajes en crisis. A Newman no le han interesado las películas políticas -a excepción de Éxodo, sobre el nacimiento de Israel-, aunque ha manifestado siempre su simpatía por el partido demócrata. Se ha vinculado a asociaciones benéficas, ha fundado las suyas propias, y a la hora de los negocios, ha creado la Newman's Own, especializada en comida ecológica.

Es frecuente que estas auto jubilaciones tengan estrambote, aunque la seriedad de Newman lo hace improbable. Hace tiempo confesó que le gustaría ser recordado como "un tipo que ha intentado ir con su época, ayudar a la gente a comunicarse entre sí y realizar algo decente con su propia vida". Sin duda lo ha conseguido.

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