Bajo el síndrome de la Segunda División
Los expertos coinciden en que Euskadi pierde peso económico y capacidad de atracción en España
El síndrome de la Segunda División que ataca actualmente a las aficiones de la Real Sociedad y del Athletic planea igualmente sobre Euskadi. La Comunidad Autónoma Vasca pierde cada año unos 8.000 electores y ésa es una tendencia prolongada en el tiempo, que ya en 1993 ocasionó la pérdida de uno de los escaños de Vizcaya en el Congreso. El peso electoral de los vascos en España se sitúa hoy en el 5,1%, seis décimas menos que hace dos décadas. "Somos menos, representamos menos y, además, vista la evolución de otras comunidades españolas mucho más dinámicas, vamos relativamente a menos", dice el sociólogo Imanol Zubero. "Salvo en la política y en el terreno mediático, donde el protagonismo vasco parece garantizado por la sobrerrepresentación del terrorismo, Euskadi ha perdido influencia en casi todas las demás áreas", sostiene Zubero.
Diversos autores atribuyen a la inestabilidad institucional y al terrorismo la pérdida de más de un 10% del PIB vasco
Los estudios de Euskobarómetro indican que más de 200.000 vascos han dejado Euskadi en las últimas dos décadas
¿Qué ha pasado para que la región puntera en la generación de riqueza haya ido perdiendo peso, y capacidad de atracción a favor de otras comunidades? Pese a la recuperación parcial del PIB -ha ganado un punto en la última década-, cabe preguntarse por qué Euskadi no ha despegado fulgurantemente al calor de la bonanza económica española, teniendo una industria exitosa de cierto nivel tecnológico, mano de obra cualificada, casi pleno empleo técnico y una renta per cápita superior a la media europea.
Las razones objetivas se entrelazan con análisis más sujetos a discusión en cuanto abordan cuestiones como el ambiente político y el estado anímico social. De ahí que muchos estudiosos eviten adentrarse en esos terrenos movedizos. Lo que los demógrafos constatan es que la población autóctona vasca está disminuyendo porque su tasa de fecundidad (1,1 hijos por mujer) es sistemáticamente inferior a la de las defunciones. ¿Permite eso sacar conclusiones y hablar de un miedo a la reproducción y al futuro? De hecho, la tasa media de natalidad en España (1,3 hijos por mujer) tampoco está tan alejada de la vasca y ambas se asientan en razones comunes: incorporación de la mujer al mercado laboral, emancipación tardía de las parejas... que contribuyen a explicar el fenómeno.
Una diferencia mayor se observa en el hecho de que los vascos menores de 14 años sólo supongan el 12,3% de la población, cuando en el conjunto de España ese grupo de edad representa el 14,5%. Es una diferencia apreciable que cabe atribuir al desigual asentamiento inmigrante. Mientras en el conjunto de España los inmigrantes vienen a ser el 10% de la población, en el País Vasco ese porcentaje apenas llega al 4%.
¿Y por qué Euskadi no resulta más atractiva a los inmigrantes? La misma pregunta habría que formulársela al resto de los españoles y a los propios vascos que han abandonado su tierra. Los estudios del Euskobarómetro que dirige el sociólogo Paco Llera indican que más de 200.000 vascos han dejado Euskadi en las últimas dos décadas. Los expertos coinciden en señalar que una razón determinante a la hora de explicar el bajo índice de población inmigrante es la estructura del mercado laboral. "Si exceptuamos zonas de Álava, en el País Vasco apenas hay explotaciones agrícolas, y tampoco la construcción tiene aquí la pujanza de otras latitudes", subraya Xabier Aierdi, director del Observatorio Vasco de la Inmigración.
"La inmigración no ha hecho más que empezar. Es lógico que primero se concentre en las grandes ciudades y que luego se reparta geográficamente", señala Mikel Zurbano, profesor de Economía de la facultad de Sarriko. "El trabajo en la industria requiere especialización y tener los papeles en regla. Además, los costes de asentamiento en el País Vasco son más altos por la carestía de la vida y la escasa oferta de vivienda", comenta Jon Leonardo, profesor de Ciencias Políticas de Deusto.
De hecho, la búsqueda de una vivienda de precio más accesible explica en gran medida que unos 10.000 vizcaínos hayan fijado su residencia en la vecina Cantabria durante la última década. De lo que no cabe dudar es que una parte de los vascos que se empadronan en las comunidades vecinas forman parte de los grupos de riesgo: policías, ertzainas, militantes de los partidos constitucionalistas, empresarios, profesores, periodistas..., o, simplemente, gentes hastiadas de la viciada atmósfera política.
Casi todos los estudiosos, no todos, comparten la impresión de que la violencia influye poco en el destino elegido por los inmigrantes. "Creo que el ambiente político y la imagen turbia de Euskadi afectan más a la gente cualificada del propio país", apunta Mikel Zurbano. "También es un problema de escala", añade Zubero, "como producimos muchos licenciados y hemos perdido las grandes empresas cabeceras, parte de nuestros universitarios se van a Madrid, a Barcelona o al extranjero a formarse o a encontrar trabajo".
¿Influye la ideología o el hastío por el clima generado por la violencia a la hora de decidirse a salir a trabajar fuera? Llera está convencido de que es así. "Desde el año 90 preguntamos a la gente si se iría de Euskadi en el caso de que le ofrecieran fuera las mismas condiciones laborales. La respuesta afirmativa que obtenemos oscila, sistemáticamente, entre el 10% y el 20%". Dice más. Sostiene que esos 200.000 vascos que han dejado Euskadi no son sólo jóvenes en busca de trabajo o jubilados que regresan a sus lugares de origen, sino también profesionales que salieron del país por razones de ideológicas o culturales.
¿Cuánto influye la imagen exterior en el hecho de que el País Vasco capte únicamente el 4% de la inversión total que recibe España? ¿Y cuánto pesa la tristeza en los comportamientos de los vascos? Son preguntas de muy difícil respuesta. Por lo demás, esa sangría no está suponiendo una merma del bienestar económico de los vascos, entre otras razones porque el Concierto Económico continúa garantizando una privilegiada inversión pública por habitante.
"De cara al futuro, necesitaremos ampliar la incorporación de la mujer al mercado laboral y atraer inmigrantes para asegurar la viabilidad del sistema de pensiones y de servicios públicos", sugiere el profesor de Economía.
A falta de iniciativas, se observa una cierta resignación al persistente repliegue iniciado hace ya 30 años. Aderezado con eslóganes del estilo Lo pequeño es hermoso, el elogio de las virtudes domésticas se combina con la defensa de los pretendidos valores de la autenticidad. Puede verse en esos aficionados que ante el peligro de acabar en la Segunda División se reafirman en la continuidad de las políticas y tratan de exorcizar las consecuencias del fracaso, enarbolando, como antídoto exclusivo, el sempiterno amor a los colores.
"Los comportamientos demográficos son un termómetro de los problemas de una sociedad", apunta Imanol Zubero. Cabe pensar que la inestabilidad institucional y el terrorismo, factores a los que diversos autores atribuyen la pérdida de más de un 10% del PIB vasco, explican también, en buena medida, la merma sufrida en la relevancia, prestigio, influencia y capacidad de atracción del nombre de Euskadi.
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