Un gobierno de derecha-centro-izquierda

El primer Gobierno de Nicolas Sarkozy es una pieza de relojería. Cumple lo prometido: 15 carteras, paridad entre hombres y mujeres, apertura al centro y a la izquierda y capacidad para sacar adelante las reformas. La inclusión, no sólo del socialista Bernard Kouchner como titular de Exteriores, sino también de otros ex altos dirigentes de la izquierda da un tinte progresista al Ejecutivo, que también cuenta con el centrista Hervé Morin al frente de la cartera de Defensa, pero que básicamente se articula en torno al núcleo duro de la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Con François Fillon como primer ministro; Alain Juppé de número dos y sus fieles en las zonas donde habrá que aplicar el bisturí. Edad media: 53 años.

Efectividad y rapidez. A las 9.45 horas, el secretario general del Elíseo, Claude Guéant, daba los nombres del primer Ejecutivo de Sarkozy, quien poco después indicaba que viajaría a España para reunirse con su homólogo, José Luis Rodríguez Zapatero, el día 31.

Nicolas Sarkozy ha entregado el Ministerio de Exteriores a un militante del Partido Socialista, ex ministro de varios gobiernos de izquierda y cofundador de Médicos Sin Fronteras: Bernard Kouchner. Pero hubo más. Dos secretarías de Estado fueron a parar a distinguidos socialistas: Jean Pierre Jouyet, de 53 años, en Asuntos Europeos, y Eric Besson, de Estado de Prospectiva y Evaluación de Políticas Públicas. El Alto Comisionado para la Solidaridad Activa contra la Pobreza lo dirigirá el presidente de Emaús Francia, Martin Hirsch, heredero del fallecido abate Pierre.

Mientras todos tomaban posesión en sus ministerios, el primer ministro Fillon visitaba un hogar para madres solteras sin ingresos. Y declaraba: "Lo habíamos dicho, había que nombrar un Gobierno abierto. Lo hemos hecho".

Junto a Kouchner, un sólo centrista, Hervé Morin, que fuera jefe del grupo parlamentario de la Unión Democratica Francesa (UDF), el partido de François Bayrou, accede a la cartera de Defensa. Los socialistas no han sido así los únicos damnificados. Morin, de 45 años, es un jurista de perfil plano. Todo parece indicar que será el equipo de Sarkozy en el Elíseo el que tome las grandes decisiones en el ámbito militar y diplomático. La recompensa a los centristas se plasmará en las circunscripciones reservadas para las legislativas.

El ministerio más sugerente de este nuevo Gobierno es sin duda el de Alain Juppé, bautizado como de Ecología, Desarrollo y Ordenación del Territorio. Con esta supercartera Sarkozy cumple la promesa que tanto él como Ségolène Royal o Bayrou -por citar sólo sus principales contrincantes en la carrera presidencial- hicieron al líder ecologista Nicolas Hulot a cambio de que éste renunciara a competir por la presidencia. Otro de los ministerios clave -y también novedoso- es el de Inmigración, Integración, Identidad Nacional y Codesarrollo. Para gestionar esta cartera, Sarkozy ha elegido a uno de sus más fieles lugartenientes: Brice Hortefeux, que ya le acompañara en el Ministerio del Interior. A otro de sus fieles, Xavier Bertrand, ex titular de Sanidad y portavoz durante la campaña, le tocará lidiar con las reformas laborales y el problema de las pensiones desde el Ministerio de Trabajo, Relaciones Sociales y Solidaridad.

La cartera de Interior que hereda Michèle Alliot-Marie, la guardiana de las esencias gaullistas, la única que amagó con enfrentarse a Sarkozy por la candidatura de la UMP, pierde una parte de sus competencias. El presidente, sin embargo, se ha curado en salud metiendo en el Gobierno a todos los políticos de la derecha con peso propio y que en algún momento podrían articular corrientes disidentes. Es el caso de Jean-Louis Borloo, la cara social del anterior Ejecutivo, que ahora se ve confiar la cartera de Economía, Finanzas y Empleo. Para conseguir la paridad anunciada, Sarkozy y Fillon han tenido que hacer equilibrios. Una mujer estaba clara desde el primer momento: Rachida Dati, pero no lo estaba que acabara ocupando una cartera de tanto peso como la de Justicia.

Esta magistrada, proviniente de una familia humilde de origen magrebí, colaboradora de Sarkozy en Interior, se ha revelado políticamente durante la campaña. Tiene, además, un trabajo importante durante los próximos meses: deberá preparar para el otoño los textos de las leyes que el presidente ha prometido sobre el endurecimiento de las penas para los reincidentes y los menores delincuentes.En una cosa tiene razón el primer secretario del Partido Socialista francés, François Hollande, cuando minimiza el papel de estas personalidades rescatadas de la izquierda y del centro en el nuevo Gabinete de Sarkozy y cuando asegura que "la realidad del poder" está en manos de la derecha. Tanto Kouchner como Morin ocupan carteras que forman parte del domaine reservé del jefe de Estado y están allí para "ejecutar" la voluntad de éste, controlados por el nuevo Consejo de Seguridad Nacional que encabeza el diplomático Jean-David Lévitte desde el Elíseo. Por cierto, Lévitte, también es un hombre procedente de la izquierda.