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Bush pacta con el Congreso regularizar a 12 millones de indocumentados

La Ley de Inmigración debe ser ratificada por ambas Cámaras y firmada por el presidente

Antonio Caño

Demócratas y republicanos en el Congreso alcanzaron ayer un trascendental acuerdo entre sí y con la Casa Blanca para sacar adelante una nueva Ley de Inmigración que permitiría sacar a la luz, sin amnistía, a los 12 millones de inmigrantes ilegales en este país. La ley de regularización serviría, además, para crear nuevos programas de trabajo temporal sin renunciar a un aumento de la vigilancia policial en las fronteras y otras medidas represivas contra aquellos que sigan intentando en el futuro la entrada clandestina en Estados Unidos.

Esta fórmula, que tiene que ser aún votada en ambas Cámaras del Congreso y firmada por el presidente antes de convertirse en ley, tiene ya la virtud de haber puesto de acuerdo a figuras tan antagónicas como el senador demócrata Edward Kennedy o el republicano John McCain, que ayer elogiaron la capacidad de todos de ponerse de acuerdo para "reconstruir un sistema roto".

Pese a que los demócratas tienen actualmente mayoría en las dos Cámaras, el acuerdo alcanzado ayer recoge muchas de las propuestas hechas en los últimos meses por el presidente George W. Bush, que ayer reaccionó con entusiasmo ante lo que posiblemente sea su última gran aportación legislativa antes de abandonar la Casa Blanca. "Aplaudo a los senadores que trabajaron con espíritu bipartidista durante meses para conseguir este acuerdo, de importancia capital para los ciudadanos norteamericanos", dijo.

La ley, que seguramente se tendrá todavía que enfrentar a los sectores más extremistas de los dos partidos, incluye un complejo sistema de medidas destinadas a sacar de la clandestinidad a los ilegales, garantizar los derechos de todos los trabajadores extranjeros en EE UU y acabar con esta forma de economía sumergida. "Oportunidades como éstas no se presentan muy frecuentemente", declaró Kennedy, con la experiencia de quien es senador desde hace 45 años.

La filosofía es tratar de sacar de las sombras a los trabajadores sin papeles sin darles ventajas ni premiarles por haber entrado ilegalmente en este país. No hay amnistía. Todos los trabajadores ilegales que pretendan regularizar su situación tendrán que regresar a sus países y cumplimentar allí la documentación exigida para regresar. Se les obliga, además, a pagar multas y a compensar de alguna forma al Estado por el periodo en el que han vivido en EE UU sin pagar impuestos.

Hasta que obtengan un permiso de residencia permanente -la famosa green card-, se les da la posibilidad de seguir viviendo en el país acogiéndose a programas de trabajo temporal, que les permiten ser legales antes de ser ciudadanos norteamericanos.

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La ley intentará responder a las necesidades de reunificación familiar de muchos trabajadores ilegales, sin permitir que se convierta en una forma encubierta de entrar ilegalmente. En el sistema que se pretende implantar, aún pendiente de reformas, se evaluarán por puntos las aptitudes de un trabajador extranjero para obtener un permiso. La reunificación familiar representará un importante porcentaje de esos puntos, pero también contarán las necesidades de mano de obra en ciertos campos y la formación. El propio Bush dejó ayer claro que el conocimiento del inglés, o su aprendizaje, es uno de los objetivos de la futura ley.

El demócrata Edward Kennedy explica a la prensa el acuerdo, con el republicano John McCain a su espalda.
El demócrata Edward Kennedy explica a la prensa el acuerdo, con el republicano John McCain a su espalda.AP

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