_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pornografía en sepia

Javier Ocaña

La moderna pornografía infantil de la era cibernética tiene uno de sus precedentes más directos en los inicios de la fotografía. Desde que una imagen se puede capturar con el mayor de los realismos, también se puede aprehender el más sucio de los deseos carnales. Y la pederastia no parece entender de clases. Así se demostró en la Argentina de principios del siglo XX, cuando una serie de asesinatos de niños se demostró vinculada a una red de pornografía con los críos como carne de cañón.

El niño de barro, debut en el largometraje de ficción del habitual realizador televisivo y documentalista gallego Jorge Algora (Camino de Santiago), se inspira en aquellos acontecimientos para componer una correcta intriga dramática en la que destacan el dolor de Maribel Verdú (en la línea sufriente de El laberinto del fauno) y la sobriedad de Chete Lera. Una historia un tanto desperdiciada por el innecesario desvío de la atención hacia territorios esotéricos y adivinatorios que poco ayudan a su credibilidad.

EL NIÑO DE BARRO

Dirección: Jorge Algora. Intérpretes: Maribel Verdú, Juan Ciancio, Daniel Freire, Chete Lera. Género: intriga dramática. España, Argentina, 2007. Duración: 103 minutos.

Retratada a través de una fotografía en tono sepia que se pretende sugerida por la época pero que termina cargando un tanto, la película bucea en algunos de los lugares comunes del thriller americano para después trasladarlos a terreno propio, un Buenos Aires de aire dickensiano en el que la corrupción de las altas esferas acaba teniendo menos presencia de la que debiera. Además, la vía policial no siempre está bien explicada, quizá enterrada por un elemento mágico que, tanto en el fondo como sobre todo en la forma (la escenificación de las crueles pesadillas del chaval protagonista es paupérrima), acaba sepultando las posibilidades de una historia con más atractivo inicial que el que finalmente se plasma en la pantalla.

Maribel Verdú y Juan Ciancio, en Madrid.
Maribel Verdú y Juan Ciancio, en Madrid.CRISTÓBAL MANUEL
Vídeo: ELPAIS.com
Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_